El triunfo de Mauricio Rodas en las elecciones de ayer, 23 de febrero, no tiene una única explicación. Es el conjunto de varios aciertos en la estrategia de su campaña, pero también de los errores de la de su principal contendor, Augusto Barrera, de Alianza País, en semanas de mucho vértigo político por la serie de hechos coyunturales que emanaron de Carondelet.
Hasta finales del 2013, las diversas encuestadoras anticipaban la reelección holgada del alcalde Barrera. De ahí que el Gobierno diera por descontado su triunfo. El 16 de noviembre del 2013, cuando la convención de Alianza País oficializó en Cuenca sus candidaturas a las diferentes dignidades para todo el país, el discurso del presidente Rafael Correa delineaba otras prioridades.
Específicamente, identificaba a la Alcaldía de Guayaquil y a la Prefectura de Azuay, como los reductos de "cacicazgos" de la oposición. En dicha intervención, el Presidente colocó a los municipios de Quito y Cuenca como ejemplos de trabajo en equipo con Carondelet.
Ese mismo 16 de noviembre, Mauricio Rodas (Suma) inscribía su candidatura. Su postulación era el resultado de un proceso de unidad que si bien había encendido la expectativa de la opinión pública quiteña, el alcalde Barrera, y Alianza País en general, la tomaron como un acto de mera improvisación de los grupos opositores.
Antonio Ricaurte (Vive) había declinado sus aspiraciones de insistir en el Cabildo. A esto se agrega que la coalición Suma-Vive había conseguido que Juan Carlos Solines, precandidato por Creo, diera un paso al costado. Ese fue el primer punto a favor de Rodas, ya que en la práctica se aseguraba el no ingreso en el juego de una tercera candidatura, en una elección donde históricamente el voto quiteño se parte en dos.
Los otros cuatro postulantes al sillón municipal nunca llegaron a tener más del 1,5%.
Las primeras alertas
Con la baraja de candidatos sobre la mesa, la confianza del oficialismo, de una victoria en Quito, se mantenía el 7 de enero, cuando arrancó la campaña.
El Presidente inició la campaña verde en tres provincias del sur (Zamora, Loja y Azuay), mientras que Barrera arrancaba la suya bajo el sólido paraguas que le garantizaba el peso de lista 35 y una figura presidencial con alrededor del 80% de popularidad.
No había razones para inquietarse. La fórmula electoral del oficialismo había sido exitosa en los comicios del 2013: reelección presidencial y mayoría total de la Asamblea. Por otro lado, la gestión municipal de Barrera mostraba el 62,3% de aprobación, según un estudio de Perfiles de Opinión del 19 de enero. Otras encuestas señalaban que el Alcalde partía con niveles superiores al 40%, aunque era una aceptación similar con la que Barrera triunfó en el 2009 (43,14%).
La calma de Alianza País duró pocos días. El martes 21 de enero, en una entrevista en Canal Uno, al Presidente se le presentó una encuesta de CMS de Santiago Cuesta, que daba ventaja a Rodas. Era la primera vez que una medición mostraba a su candidato detrás del rival.
Al día siguiente, Correa asistió a un mitin de Barrera en el norte de Quito, que fue transmitido por varias radios.
En esa concentración, por primera vez, Correa habló de que había "Nebotcitos" que quieren engañar a los quiteños, en referencia a Rodas y Ricaurte. Esas críticas presidenciales se agudizaron en las dos últimas semanas de campaña, al relacionar al representante de Suma como un miembro de "derecha" que busca desestabilizar al Gobierno.
El Régimen terminó colocando la campaña local en términos de política nacional.
Dos señales más se apreciaron a finales de enero. La primera: Barrera modificó su postura frente al debate. El 15 de enero él rechazó ir a la Cámara de Comercio de Quito a discutir con el resto de candidatos. Una semana después estaba abierto a hacerlo.
La segunda, se sumaron a su campaña rostros emblemáticos de A. País. El 28 de enero, el exvicepresidente Lenín Moreno acompañó a Barrera a recorrer el norte de la ciudad.
A la par, ministros y funcionarios como José Serrano y Carlos Marx Carrasco cuestionaron las propuestas de campaña de Rodas, en materia de seguridad y reducción de tributos. Esa estrategia de movilizar a todos los miembros de oficialismo, entre legisladores y secretarios de Estado, se repitió hasta el final de la campaña.
A criterio de Santiago Nieto, director de Informe Confidencial, esa acción terminó por comprometer la imagen del Alcalde. "Hubo una superposición de otras figuras".
No solo eso, los estrategas de Barrera, para el 31 de enero, acusaban ciertos desfases. Patricio Endara, entonces jefe de campaña, reconocía que había gente que no sabía quién era el postulante de la lista 35.
Si bien no hay estudios que demuestren qué otros factores golpearon al oficialismo en Quito, sí hubo hechos nacionales claves en enero. El primero fue la protesta médica tras el veto presidencial del nuevo Código Penal, que estalló con fuerza la segunda semana del mes. Y la sanción al caricaturista 'Bonil', por un dibujo que molestó al Gobierno.
El libreto de Rodas
En contraste, el postulante de Suma-Vive privilegió un mensaje de campaña directo a la gente: hablar de los problemas de Quito y plantear el lema de "sí podemos vivir mejor".
No se distrajo de su planteamiento de trabajar en temas de vialidad, seguridad y reducción de impuestos y multas, dejando de lado posibles enfrentamientos con Correa. "Hubo una campaña consistente con disciplina estratégica". Es la visión del también consultor Santiago Pérez.
Esta no se alteró, incluso, cuando el Municipio de Quito tomó medidas, como la del 12 de febrero, para reducir la multa por mal estacionamiento y la suspensión del peaje en dirección a los valles.
En contexto
La distancia entre las principales candidaturas a la Alcaldía de Quito se redujo en menos de dos meses. El oficialismo apuntó por una campaña amparada en la fuerza de la imagen presidencial, mientras que Suma-Vive apostó por un mensaje claro y cotidiano.
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