Las vacaciones son una oportunidad para que los niños aprendan sobre la flora y fauna, mientras se divierten. Los zoológicos, parques naturales y granjas de Cuenca apostaron por un turismo didáctico para aprovechar el tiempo libre de los pequeños. En el norte de la capital azuaya, en la parroquia rural de Ricaurte, está la granja didáctica del Abue Pepe, de tres hectáreas. Hay animales, árboles, cultivos…
Este mes se abrieron colonias vacacionales que duran una semana y que están dedicadas a la relación niño-naturaleza. El martes, Carolina Urgilés, de 8 años, estuvo interesada en conocer qué hay en cada espacio de la granja.
Ella y otros 27 niños, de 4 a 12 años, conocieron las características básicas del caballo: de qué se alimenta y cómo vive. Incluso aprendieron a montar. Luego fueron instruidos sobre cómo encender y apagar una fogata para un campamento y todos se involucraron en la tarea. Juan A. y Javier U., de 7 y de 9 años, armaron el círculo con piedras, para delimitar el área de fuego.
Carolina y Martina R. recogieron la yesca (material seco) para hacer la brasa. El instructor Gabriel Mick les explicó a los niños que esas fogatas no deben prenderse en los bosques, porque podrían provocar un incendio forestal y afectar a diversas especies de flora y fauna.
Las clases se dictan de 09:00 a 13:00 y, en promedio, asisten 30 niños. Ese es el número máximo para interactuar con todos, dijo la directora Viviana Reinoso.
El Zoológico y Bioparque Amaru, ubicado en Monay Alto, es otro espacio frecuentado por los niños. Por vacaciones abrieron un programa de cinco días. El primer día recorren los dos kilómetros de senderos definidos dentro del parque de siete hectáreas. Entre sus árboles viven unos 700 animales de 80 especies. Cada día hablan de temas relacionados con la biodiversidad y aprenden a alimentar a los animales carnívoros, herbívoros, reptiles…
Hay niños como Juan David N., de 8 años, que ya tienen conocimiento previo sobre ciertas especies. Por tercer año consecutivo, él asiste a este programa de turismo vivencial y, en sus vacaciones, visita el Parque Nacional Cajas, junto a sus padres.
“Nuestra propuesta ayuda a que los niños conozcan la riqueza de la naturaleza y hagan conciencia sobre el respeto a los animales”, señaló Ernesto Arbeláez, propietario de Amaru. El refugio de animales silvestres Yurak Allpa, ubicado en la parroquia rural de Tarqui, también ofrece este tipo de prácticas los fines de semana.
Los niños aprenden a alimentar a los animales, a preparar la tierra para sembrar y reciben charlas sobre las especies en peligro. Su dueño, Alberto Vele, cuida 300 especies de aves, pingüinos, monos, ardillas, venados y cusumbos. “Los niños se contagian del amor por los animales”, explicó Dora Mite, quien los fines de semana visita los zoológicos con sus tres hijos.
El Parque Pumapungo, en el centro de Cuenca, recibe un promedio de 60 niños al día para admirar a loros, tucanes y águilas y conocer la variedad de plantas como orquídeas, orejas de burro, violeta, manzanilla, entre otras. Los niños disfrutan aprendiendo sobre la historia de Cuenca en esta zona arqueológica, donde están los vestigios cañari-inca, contó Fabián Uday, padre de familia. Allí la entrada es gratuita.
En el resto de zoológicos y granjas, las colonias cuestan USD 60 semanales, que cubren refrigerios, visitas guiadas y actividades prácticas.
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