A veces, un gesto, por pequeño que pueda parecer, resulta suficiente para entender la génesis de un equipo de fútbol. Luis Enrique concedió por primera vez la titularidad en Liga a Xavi Hernández, otrora clave de bóveda del Barcelona. Pero éste, en vez de ocupar ese callejón diestro que le llevó a alcanzar la gloria, tuvo que desplazarse unos metros hacia la izquierda. Las antiguas jerarquías ya no tienen peso alguno.
¿La razón? El puesto desde donde se gobierna pertenece ahora a Rakitic, futbolista al que el Camp Nou ya adora y que representa buena parte del ideario que el técnico asturiano pretende implantar. Despliegue físico, presión, nulo barroquismo, y un concepto de equipo cada vez más rocoso, capaz de mantener la portería a cero en los seis primeros partidos de Liga. Y si a todo eso se le suma el virtuosismo del antiguo Barça, con Messi, que marca tanto como asiste, con Neymar, goleando como nunca, y el propio Xavi dispuesto a acoplarse al engranaje, el equilibrio raya la perfección. Tras el empate en Málaga, los azulgrana deleitaron en el momento justo, a un paso de su peliaguda visita a París en la Champions.
El Barcelona, quién lo iba a decir, se está convirtiendo en un equipo rocoso, donde no extraña ver lucir a Mathieu, soberbio en el corte, y que disfruta más en la recuperación que en la creación. Contra el Málaga, las habituales dificultades en el ataque estático le condenaron al empate. Contra el Granada, al que aniquiló con seis goles, bastó con aumentar el ritmo, subir la línea de presión y aprovechar los errores del rival para echarse otra vez a volar.
Un Granada que resistió 25 minutos
Encerrarse hasta con 10 hombres en la frontal del área, única forma con la que los entrenadores de turno opositan a incomodar al Barcelona, conlleva mantener la concentración de principio a fin. Los forzudos de Joaquín Caparrós lo lograron durante 25 minutos. Hasta que Héctor Yuste cometió uno de aquellos errores incomprensibles en el fútbol de élite, intentando salir de la orilla con un pase sin ton ni son hacia el centro. El fallo tuvo su correspondiente penalización. Neymar atrapó el cuero con toda la portería de cara, y pese a que no estuvo demasiado fino en el disparo, el balón rebotó lo justo en los pies de Babin para que Roberto no pudiera más que resignarse ante el gol.El tanto inaugural derribó el castillo de naipes de Caparrós, que había plantado sobre el césped del Camp Nou hasta cuatro mediocentros para obligar al Barcelona a avanzar desde las bandas. La jugada no le salió nada bien. Dani Alves y Adriano hicieron precisamente lo que se les demanda en este tipo de partidos, oxigenar y tener presencia en el carril. Demasiado para los sufridos Nyom y Foulquier.
En el recuerdo quedaba ya el disparo al larguero de El Arabi en el amanecer del encuentro. El Granada se sabía ya condenado, tanto que se dejó ir antes de alcanzar el descanso para tomar otros dos goles en contra. Buena parte de culpa la tuvo Messi. Primero, con una maniobra soberbia en la línea de fondo antes de conceder a Rakitic el placer del gol. Justo después, La Pulga filtró un balón entre la defensa que desembocaría en el segundo tanto de Neymar después de que Munir topara con el portero.
Nada se le puede reprochar a Caparrós, que se deshizo de dos de sus mediocentros para sacar la cabeza del pozo. Introdujo a Silvestre y Piti, pero abrió de par en par la puerta de su equipo. Una concesión que el Barcelona, con todos los espacios soñados, aprovecharía para lucir su mejor versión de la temporada. Xavi, liberado, crecería ante los aplausos del Camp Nou, Messi se daría el gusto de apuntarse dos goles -el primero, tras aprovechar un centro de Alves, el segundo, después de robar un balón a Murillo-, y Neymar lograría el primer 'hat trick' en Liga desde que viste la camiseta del Barcelona. Después de lo visto, sólo queda ver si los azulgrana podrán lucir semejante equilibrio frente a las estrellas del PSG.
Leo Messi alcanzó hoy los 400 goles en su carrera al anotar un doblete ante el Granada que le permite llegar a esta cifra entre los 358 goles de azulgrana y los 42 con Argentina.
Cuádruple ganador del Balón de Oro, Messi ya suma 247 goles en la Liga y se encuentra apenas a cuatro tantos del récord de Telmo Zarra, máximo anotador histórico de la Liga española.
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