Un accidente y el desorden que reinaba en su laboratorio es lo que permitió que el médico escocés descubriera la Penicilina el 22 de septiembre de 1928.
Mientras investigaba un tratamiento de la gangrena gaseosa que diezmaba a los soldados heridos en las guerras, estornudó sobre una placa de Petri en la cual crecía un cultivo bacteriano.
A los pocos días descubrió como las bacterias habían sido destruidas gracias al moho comúnmente conocido como Penicillium notatum debido a sus efectos antibacterianos.
El desarrollo y estudio de los efectos de la Penicilina no se hicieron notables hasta la Segunda Guerra Mundial por científicos, químicos y médicos norteamericanos y gracias a ello cambió el rumbo de la medicina moderna. No obstante, Fleming patentó su descubrimiento en 1929 y ganó el Premio Nobel de Medicina en 1945.
A los pocos días descubrió como las bacterias habían sido destruidas gracias al moho comúnmente conocido como Penicillium notatum debido a sus efectos antibacterianos.
El desarrollo y estudio de los efectos de la Penicilina no se hicieron notables hasta la Segunda Guerra Mundial por científicos, químicos y médicos norteamericanos y gracias a ello cambió el rumbo de la medicina moderna. No obstante, Fleming patentó su descubrimiento en 1929 y ganó el Premio Nobel de Medicina en 1945.
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