Independiente de la categoría en la que fueron ubicadas, de su especialidad u oferta académica, hay una materia común que para las universidades del país es difícil aprobar satisfactoriamente: la investigación.
Este fue uno de los cinco parámetros considerados por el Consejo de
Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de Educación Superior
(Ceaaces) dentro del proceso de categorización de las universidades y en el que
se obtuvieron menores puntajes (en promedio 0,2 sobre 1). Los otros factores
establecidos fueron academia, eficiencia académica, organización e
infraestructura.
Luego del informe sobre el nivel de desempeño de las universidades que hizo el extinto Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación (Conea) en el 2009, por disposición del Mandato 14 de la Asamblea Constituyente, el Ceaaces inició un segundo proceso de evaluación para acreditar y categorizar a los centros de educación superior.
Se analizó a 54 instituciones y, según el informe presentado el pasado 27 de noviembre, solo la San Francisco de Quito (USFQ), Escuela Politécnica Nacional (EPN), Escuela Politécnica del Litoral (Espol), con oferta de pregrado y posgrado; Flacso y Andina Simón Bolívar, con oferta solo de posgrado, pasaron la base de los 60 puntos para ubicarse en categoría A. Otros 23 centros están en la categoría B, con una puntuación de entre 45 y menos de 60; 18 en la categoría C, entre menos de 45 y 35; y 8 en la D, con menos de 35 puntos.
En esta evaluación la academia e investigación fueron los criterios que mayor peso tuvieron, 40 y 20 puntos, respectivamente. Según el Ceaaces, en lo académico las universidades mejoraron, pero la parte investigativa seguía por debajo de estándares internacionales.
En investigación, el puntaje de los centros categoría A varía entre 0,4 y 0,6 sobre 1, debajo de lo exigido para su categoría (0,6 o más); en la B va de 0 a 0,2, cuando se exige de 0,45 a 0,6.
En general, según la oferta académica, se midieron entre 42 y 46 indicadores, como producción científica, remuneraciones, formación de posgrado, calidad del gasto, cada uno con un peso porcentual distinto. Holger Capa, presidente de la Comisión de Evaluación y Acreditación del Ceaaces, explica que se miden funciones de utilidad que permiten dar una valoración entre 0% y 100% a cada indicador.
Los criterios generales se aplican internacionalmente, pero algunos, dice Capa, se ajustaron a la realidad del país, como el porcentaje de doctores en la planta docente. Esto en otros países no se mide porque se considera un requisito cumplido.
Otro estándar que se ajustó es la obligación de los docentes de publicar al menos un artículo científico al año. “Si lo incluimos casi todas las universidades calificarían con cero”, dice.
¿Por qué la investigación es un punto débil de la universidad ecuatoriana? El analista Felipe Burbano de Lara da tres motivos: falta de recursos para investigar, la calidad de la planta de profesores y la decisión de algunas universidades de concebirse como de docencia y no de investigación. “Hasta hace poco la planta docente estaba integrada por profesores con licenciatura y maestría, no con Ph.D., cuando en las universidades del mundo la investigación la desarrollan los Ph.D. y los doctores”, dice.
Según el Ceaaces, de 33.151 maestros del sistema de educación superior, 756 tienen Ph.D.
Édgar Samaniego, rector de la U. Central, que pasó de la categoría A a la B, reconoce que la investigación es el talón de Aquiles histórico de la universidad local, por eso cree que no fue el mejor camino metodológico darle un peso tan grande.
Desde el 2010, la Ley de Educación Superior dispuso que las universidades destinen al menos el 6% de su presupuesto a publicaciones indexadas (de investigación y que estén en base de datos de consulta mundial), becas para docentes e investigaciones. Las de categoría A destinan entre 10 y 20% pero aún así los rectores consideran insuficiente para desarrollarla.
Arturo Villavicencio, expresidente del Conea, dice que a más de los recursos se deben generar mecanismos y oportunidades desde el Estado para que la investigación local sea insertada en proyectos de desarrollo.
El Ceaaces tomó cuatro criterios para evaluar el nivel de las universidades al generar nuevo conocimiento a través de la investigación: planificación, investigación regional, producción científica y libros revisados por pares.
Según el informe de SCImago Research Group, manejado por cuatro universidades de España y que se basa en el sistema Scopus para medir la publicación internacional de universidades, la USFQ publicó 352 artículos en revistas indexadas entre el 2007 y 2011; la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, 247; la EPN, 136; la Espol, 83; y, la Central, 77.
Pero la producción investigativa respecto del contexto internacional es reducida. Según el indicador SRJ (SCImago Journal Rank), Ecuador está en el puesto 12 entre 47 países de Latinoamérica con una producción de 564 documentos.
Capa dice que por “ser flexibles” esta vez también se incluyeron catálogos de revistas de latindex, que no son indexaciones, pero que en una nueva evaluación no lo harán.
Para Santiago Gangotena, presidente fundador de la USFQ, uno de los problemas es la falta de una masa crítica que permita el diálogo científico. “Un físico en Estados Unidos publica en un año lo mismo que una universidad ecuatoriana, con todas sus áreas, en cinco años”, dice.
Ecuador tiene 106 investigadores (incluye alumnos de doctorado) por cada millón de habitantes y produce 1,9 patentes por millón de personas al año, según el informe sobre Desarrollo Humano 2013.
“Llegar a un posicionamiento internacional implica tener profesores con experiencia y una preparación en investigación, los fondos para hacerlo y asociarse en función del expertise de cada uno. Es aporte estatal y privado”, señala Sergio Flores, rector de la Espol.
Juan Ponce, director de Flacso, dice que para desarrollar investigación se requiere tener una masa crítica permanente, profesores a tiempo completo, buena infraestructura y buenos procesos de gestión.
En la EPN, indica su rector, Alfonso Espinosa, tener el 80% de docentes a tiempo completo y aglutinarlos en departamentos para profundizar el estudio en un área determinada les ha dado buenos resultados en carreras como Vulcanología, Matemáticas, Metalurgia.
Las universidades Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) y Casa Grande (UCG), ambas en categoría B, también se encaminan a reforzar la investigación. Marcia Gilbert, rectora de la UCG, destaca que esta evaluación “fue más profesional” y que cuentan con un departamento de investigación que desde el 2010 es asesorado por el Centro de Investigaciones de la Universidad de Manizales, Colombia.
Mauro Toscanini, rector de la UCSG, sostiene que en el país se requiere generar una cultura de producción científica y que una de sus prioridades será la formación de posgrado de los docentes y los proyectos de investigación.
Luego del informe sobre el nivel de desempeño de las universidades que hizo el extinto Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación (Conea) en el 2009, por disposición del Mandato 14 de la Asamblea Constituyente, el Ceaaces inició un segundo proceso de evaluación para acreditar y categorizar a los centros de educación superior.
Se analizó a 54 instituciones y, según el informe presentado el pasado 27 de noviembre, solo la San Francisco de Quito (USFQ), Escuela Politécnica Nacional (EPN), Escuela Politécnica del Litoral (Espol), con oferta de pregrado y posgrado; Flacso y Andina Simón Bolívar, con oferta solo de posgrado, pasaron la base de los 60 puntos para ubicarse en categoría A. Otros 23 centros están en la categoría B, con una puntuación de entre 45 y menos de 60; 18 en la categoría C, entre menos de 45 y 35; y 8 en la D, con menos de 35 puntos.
En esta evaluación la academia e investigación fueron los criterios que mayor peso tuvieron, 40 y 20 puntos, respectivamente. Según el Ceaaces, en lo académico las universidades mejoraron, pero la parte investigativa seguía por debajo de estándares internacionales.
En investigación, el puntaje de los centros categoría A varía entre 0,4 y 0,6 sobre 1, debajo de lo exigido para su categoría (0,6 o más); en la B va de 0 a 0,2, cuando se exige de 0,45 a 0,6.
En general, según la oferta académica, se midieron entre 42 y 46 indicadores, como producción científica, remuneraciones, formación de posgrado, calidad del gasto, cada uno con un peso porcentual distinto. Holger Capa, presidente de la Comisión de Evaluación y Acreditación del Ceaaces, explica que se miden funciones de utilidad que permiten dar una valoración entre 0% y 100% a cada indicador.
Los criterios generales se aplican internacionalmente, pero algunos, dice Capa, se ajustaron a la realidad del país, como el porcentaje de doctores en la planta docente. Esto en otros países no se mide porque se considera un requisito cumplido.
Otro estándar que se ajustó es la obligación de los docentes de publicar al menos un artículo científico al año. “Si lo incluimos casi todas las universidades calificarían con cero”, dice.
¿Por qué la investigación es un punto débil de la universidad ecuatoriana? El analista Felipe Burbano de Lara da tres motivos: falta de recursos para investigar, la calidad de la planta de profesores y la decisión de algunas universidades de concebirse como de docencia y no de investigación. “Hasta hace poco la planta docente estaba integrada por profesores con licenciatura y maestría, no con Ph.D., cuando en las universidades del mundo la investigación la desarrollan los Ph.D. y los doctores”, dice.
Según el Ceaaces, de 33.151 maestros del sistema de educación superior, 756 tienen Ph.D.
Édgar Samaniego, rector de la U. Central, que pasó de la categoría A a la B, reconoce que la investigación es el talón de Aquiles histórico de la universidad local, por eso cree que no fue el mejor camino metodológico darle un peso tan grande.
Desde el 2010, la Ley de Educación Superior dispuso que las universidades destinen al menos el 6% de su presupuesto a publicaciones indexadas (de investigación y que estén en base de datos de consulta mundial), becas para docentes e investigaciones. Las de categoría A destinan entre 10 y 20% pero aún así los rectores consideran insuficiente para desarrollarla.
Arturo Villavicencio, expresidente del Conea, dice que a más de los recursos se deben generar mecanismos y oportunidades desde el Estado para que la investigación local sea insertada en proyectos de desarrollo.
El Ceaaces tomó cuatro criterios para evaluar el nivel de las universidades al generar nuevo conocimiento a través de la investigación: planificación, investigación regional, producción científica y libros revisados por pares.
Según el informe de SCImago Research Group, manejado por cuatro universidades de España y que se basa en el sistema Scopus para medir la publicación internacional de universidades, la USFQ publicó 352 artículos en revistas indexadas entre el 2007 y 2011; la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, 247; la EPN, 136; la Espol, 83; y, la Central, 77.
Pero la producción investigativa respecto del contexto internacional es reducida. Según el indicador SRJ (SCImago Journal Rank), Ecuador está en el puesto 12 entre 47 países de Latinoamérica con una producción de 564 documentos.
Capa dice que por “ser flexibles” esta vez también se incluyeron catálogos de revistas de latindex, que no son indexaciones, pero que en una nueva evaluación no lo harán.
Para Santiago Gangotena, presidente fundador de la USFQ, uno de los problemas es la falta de una masa crítica que permita el diálogo científico. “Un físico en Estados Unidos publica en un año lo mismo que una universidad ecuatoriana, con todas sus áreas, en cinco años”, dice.
Ecuador tiene 106 investigadores (incluye alumnos de doctorado) por cada millón de habitantes y produce 1,9 patentes por millón de personas al año, según el informe sobre Desarrollo Humano 2013.
“Llegar a un posicionamiento internacional implica tener profesores con experiencia y una preparación en investigación, los fondos para hacerlo y asociarse en función del expertise de cada uno. Es aporte estatal y privado”, señala Sergio Flores, rector de la Espol.
Juan Ponce, director de Flacso, dice que para desarrollar investigación se requiere tener una masa crítica permanente, profesores a tiempo completo, buena infraestructura y buenos procesos de gestión.
En la EPN, indica su rector, Alfonso Espinosa, tener el 80% de docentes a tiempo completo y aglutinarlos en departamentos para profundizar el estudio en un área determinada les ha dado buenos resultados en carreras como Vulcanología, Matemáticas, Metalurgia.
Las universidades Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG) y Casa Grande (UCG), ambas en categoría B, también se encaminan a reforzar la investigación. Marcia Gilbert, rectora de la UCG, destaca que esta evaluación “fue más profesional” y que cuentan con un departamento de investigación que desde el 2010 es asesorado por el Centro de Investigaciones de la Universidad de Manizales, Colombia.
Mauro Toscanini, rector de la UCSG, sostiene que en el país se requiere generar una cultura de producción científica y que una de sus prioridades será la formación de posgrado de los docentes y los proyectos de investigación.
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