sábado, 8 de marzo de 2014

ECUADOR ES PROCLAMADO UNO DE LOS 25 MEJORES PAISES EN EL TRATO A LAS MUJERES

La evolución de la igualdad de género es una historia de contenido casi imperceptible. Su avance ha sido tan metódico y simbólico que los cambios drásticos los asimilamos como cotidianos. La sociedad lo recoge en sus conversaciones, en la prensa e incluso en el cine.El ejemplo que ha quedado en el pasado es la imagen de una inútil princesa llamada Blancanieves, cuya supervivencia dependía de siete hombres fuertes. Las mujeres en el país responden a otras películas.Ecuador, un país donde el debate del machismo sigue siendo gastado, se convirtió en el 2013 en una de las 25 mejores naciones del planeta para ser mujer, según el Reporte Mundial de Género 2013, elaborado por el Foro Económico Mundial. Bella, la princesa enamorada de una bestia, representa claramente a las ecuatorianas recientes. Su imagen de colegiala y su afición por la lectura podría compararse con el incremento exponencial de la escolaridad femenina en el país que, aunque todavía registra un porcentaje de ausentismo, ha logrado equipararse a la masculina. Bella, tal vez la más educada de las princesas, marca una pauta: por primera vez una niña Disney desafía a la sociedad.Eso sucedió en Ecuador. Para ser sinceros, fue un fenómeno latinoamericano, la región más amigable con la igualdad de género después de los países nórdicos, pese a los mitos.El involucramiento de las mujeres estudiadas con la sociedad rompió las barreras laborales y las mujeres pasaron de ser princesas de Disney a reinas industriales. Ellas son como Atta, del largometraje animado "Bichos", la primera mujer de Disney en ocupar la dirección de toda una sociedad. Hoy la mitad de los gerentes en Ecuador son mujeres. Es verdad, las cabezas de las grandes compañías (casi en su totalidad) siguen siendo hombres, pero eso no resta méritos al logro. Un estudio publicado en 2012 por el Banco Interamericano de Desarrollo aseguró que la riqueza de las mujeres contribuyó, en más del 30 %, a reducir la pobreza del país. No todos los flancos del progreso son igual de fáciles de penetrar. Existen, por ejemplo, aquellos por definición resistentes: todos los campos de trabajo donde se emplea la fuerza. Es entonces cuando surge Mulán, aquella princesa que se viste masculinamente para liderar una guerra. En Ecuador las Mulán se ven poco, pero de forma muy notoria. Desde la femenina cabeza del Ministerio de Defensa hasta las casi 3.000 colaboradoras de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional. Repito, representan solo el 10 % si se compara con la población masculina, pero la tendencia va hacia arriba y vertiginosamente.Todo estos logros tienen, obviamente, sus causas. La principal de ellas puede ser la independencia social. Si revisa las cifras puede ver una evolución impactante en tres décadas. Para inicios de los noventa, la mitad de las mujeres se encontraban casadas. A inicios de este siglo el número aumentaba a 1'600.000. El matrimonio y la estabilidad y refugio que representaba para la conservadora sociedad del país se quebró esta década. El número se desplomó casi cinco veces y solo 300.000 mujeres se habían casado. Al más puro estilo de Pocahontas, la princesa indígena que se rebela contra el matrimonio impuesto, las ecuatorianas decidieron que la única cifra que incrementaría en esta década sería la cantidad de separaciones.Pero eso no quiere decir que ya no estén pendientes de sus hogares. Por el contrario, significa que las mujeres han logrado duplicar la jornada de trabajo de los hombres. A las habituales 40 horas de labores en oficina, ellas suman (en promedio) 36 horas de trabajo no remunerado, por lo general, en sus casas. Como si de Cenicientas no liberadas se tratase, las ecuatorianas cuentan con menos de la mitad de tiempo recreacional que los hombres.Claro, no todo tiende a ser un salto astronómico hacia el progreso. Aún hay baches y son profundos. Uno de los casos más claros es lo que llamaremos el 'fenómeno Eva', en honor a la compañera robot de Wall-E. Ella no solo es la heroína y salvadora de un mundo tecnológicamente avanzado, sino que, contradictoriamente, no es la protagonista. Ni se acerca, en realidad.Así es el mundo digital, pese a su modernidad: las 10 principales empresas de Internet están lideradas por hombres y no hay un síntoma de cambio a la vista. En Ecuador, el acceso a la tecnología sigue marcado por una brecha donde las mujeres quedan en contra y el camino a las empresas de telecomunicaciones (e incluso el ministerio de la rama) sigue estando habilitado para el género opuesto.La violencia doméstica, el gran karma sobre la igualdad en Ecuador, es más bien la respuesta de una sociedad violenta con los niños, los homosexuales y hasta en su forma de manejar. Más allá de esa nube negra espesa, el panorama brilla para las mujeres que, pese a la igualdad, no renuncian al complejo Rapunzel de la belleza y, solo el año pasado, importaron más de mil toneladas de maquillaje. Un peso superior al de casi 700 carros puestos unos sobre otros.Un guiño a la tendencia machista de cosificar a la mujer: no tienen que dejar las faldas para llevar los pantalones.

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