martes, 24 de junio de 2014

“EL 30S FUE EL COMIENZO DE UN GOLPE SUAVE”

Estos días, a propósito del informe de la Comisión 30-S, se ha cuestionado el concepto de golpe blando. ¿Es posible aplicarlo efectivamente para casos como el ocurrido aquella fecha en Ecuador?
Creo que el 30-S fue el comienzo de un golpe suave en Ecuador que fue controlado en su momento, pero que sigue bajo la superficie. Hubo un proceso de desestabilización a través de sectores de la llamada sociedad civil vinculados principalmente con agencias estadounidenses, como la Usaid, NED y la CIA que buscaba derrocar al Presidente. El 30-S ya habían logrado uno de los principales objetivos del golpe: la unificación de la policía con las acciones de desestabilización. Esa parte de la estrategia es normalmente lo más difícil de lograr porque se supone que la policía y las FF.AA. están comprometidas con la defensa del Estado, pero justamente aquí en Ecuador la sublevación de la Policía fue la mecha que incendió la acción directa contra el Presidente. Eso hace aún más peligrosa la ejecución del golpe suave porque ya han debilitado el pilar fundamental de la seguridad y defensa del Estado.

Si hay golpes blandos o suaves, ¿qué rol cumplen en ellos los medios de comunicación?
Los medios de comunicación cumplen un papel fundamental en el golpe suave. De hecho, la estrategia del golpe suave no funciona sin los medios de comunicación. Medios alineados con los intereses golpistas preparan el terreno ante la opinión pública. Repiten y reciclan información que distorsiona y desacredita al gobierno y particularmente a la figura del Presidente, quien es el blanco principal del golpe. Intentan proyectar una imagen de un país en crisis, ingobernable, exagerando problemas existentes y dando una plataforma mediática a una pequeña minoría, presentándola como si fuera la mayoría. Ante cualquier confrontación al momento entre Estado y golpistas, los medios están allí para proyectar ante el mundo la imagen de un Estado represor y violador de los derechos humanos. Los medios involucrados presentan a los golpistas como víctimas, y al Estado como agresor.

¿La democracia puede crear ‘anticuerpos’ para estos intentos o acciones que derivan en los golpes blandos?  
Hay que conocer bien cómo funciona esta estrategia y entender cómo podría ser aplicada en la realidad de cada país. Se adapta a las circunstancias y características culturales de cada nación. Algo urgente y necesario es desmontar la grosera usurpación del concepto de las ONG –organizaciones no gubernamentales- que supuestamente representan los intereses de los ciudadanos. Lamentablemente, la figura de las ONG ha sido captada por las agencias de EE.UU. y sus servicios de inteligencia, y hoy muchas ONG –no todas– son realmente representantes de los intereses estadounidenses. Hace unos años, el director de la Usaid, la agencia financiera del Departamento de Estado, declaró que las ONG eran un brazo fundamental de la política exterior de Washington. En 2009, la Usaid se incorporó como parte de la estrategia de contrainsurgencia de EE.UU., junto al Pentágono y el Departamento de Estado. El Pentágono se encarga de  temas militares, el Departamento de Estado de la diplomacia y la Usaid de la sociedad civil. Eso significa que quienes reciben financiamiento o colaboran con la Usaid están trabajando como agentes ejecutores de la política injerencista de Washington. Hay que recuperar el concepto de las ONG como entes que sirven a la sociedad y defienden a los pueblos.

Es fundamental impedir el flujo de dinero de la Usaid, la NED y otras agencias financistas del exterior que intentan fomentar y alimentar conflictos. También el papel de ciertos medios de comunicación como voceros de intereses que atentan contra el bienestar del país tiene que cambiar. Más allá de cumplir con su deber de informar, los medios tienen una responsabilidad social. Los medios deberían contribuir al desarrollo intelectual y cultural del país y no ser fuentes de desestabilización.

¿Hasta dónde militares y policías pueden salvaguardar efectivamente la democracia ante amenazas inscritas en la lógica del golpe blando?
Un concepto que ha salvado a Venezuela de varios intentos de golpe suave, incluso en sus momentos más vulnerables y débiles como pasó a principios del 2014, es la unión cívico-militar. El golpe suave busca debilitar y destruir los pilares del estado: su fuerza laboral, su institucionalidad y credibilidad y las fuerzas de seguridad. Sin una fuerte conexión y entendimiento entre los militares y policías y el gobierno y sociedad civil, la amenaza del golpe suave se hace más peligrosa. En los países que viven grandes procesos de transformación a favor de la justicia social y el bienestar de los pueblos se hace aún más importante el vínculo profundo con las FF.AA. y la policía. Ellos tienen que entender la importancia de su rol en la defensa de estos procesos de cambio que finalmente tienen como objetivo la construcción de un país más desarrollado y próspero para todos. También las FF.AA. y la policía tienen un papel fundamental en la defensa de la soberanía de la nación y en la protección de la integridad del Jefe de Estado. Detrás de un golpe suave siempre hay intereses externos que están buscando imponer su agenda y lograr el control sobre importantes recursos estratégicos. La unión cívico-militar es la única garantía del avance duradero de un proyecto que favorece a las mayorías, pero que enfrenta grandes y poderosos intereses nacionales e internacionales.

¿Los gobiernos populares de América Latina están preparados para asumir las amenazas de acciones desestabilizadoras como las que se expresan bajo el concepto de golpe blando?
Hay fortalezas y debilidades en todos los procesos de cambio en América Latina. Obviamente el bienestar económico es algo fundamental para mantener la estabilidad dentro del país. Vulnerabilidades económicas abren la puerta al descontento social, lo cual puede ser aprovechado por los sectores desestabilizadores, como ha sucedido en Venezuela en los últimos meses. Venezuela se resiste justamente porque hay un nivel de conciencia política muy desarrollada entre la población. Y también se conoce bien quién está detrás de la desestabilización. Un factor fundamental en la derrota del golpe suave es la solidaridad regional e internacional. La integración latinoamericana funciona como escudo frente a los intentos de golpe en la región. La unión suramericana logró frenar golpes en Ecuador y Bolivia, y ahora en Venezuela, pero en otros momentos, como en Paraguay y Honduras no pudo neutralizar la desestabilización. Creo que es necesario y urgente crear un observatorio regional de la defensa de los pueblos que pueda servir como un centro de investigación y análisis sobre estas tácticas y estrategias de injerencia y desestabilización y que cuente con la capacidad de desarrollar e implementar mecanismos de defensa ante escenarios de conflicto.

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, señala que está en marcha una restauración conservadora. ¿Es posible que esto ocurra en América Latina también? Si fuese así, ¿qué resortes están impulsando esta restauración conservadora?
Siempre es posible una restauración conservadora en cualquier parte del mundo. La derecha está lista y preparada para llenar todos los espacios vulnerables, olvidados y debilitados. No hay que ceder espacios ganados por la izquierda a la derecha, es un grave error político. La derecha cuenta con más recursos y con un objetivo claro: la derrota de la izquierda y  retomar el poder. La izquierda a veces no es tan concisa con sus objetivos ni en cómo alcanzarlos. Y demasiadas veces, la izquierda cede poder bajo la bandera de la reconciliación o la paz. América Latina es la región más rica en recursos naturales y estratégicos a nivel mundial. Es el blanco principal de las grandes potencias, particularmente de aquellas que han perdido su influencia y dominación sobre la región debido al crecimiento de gobiernos progresistas e izquierdistas.

¿Estados Unidos es ajeno a todo este proceso de restauración conservadora? ¿Hasta dónde sus banderas de libertad y mercado están en esa perspectiva restauradora?          
Estados Unidos es el principal impulsor de la desestabilización en América Latina, como siempre lo ha sido. Hay que entender que la política exterior de Washington no es de derecha ni de izquierda, es una política de Estado. No es la extrema derecha solamente la que está detrás de la injerencia y desestabilización de la región, los demócratas están en la misma página. Obama ha sido uno de los presidentes más bélicos de EE.UU. Ha ejecutado acciones militares en Pakistán, Yemen, Libia y Siria, aumentó el programa de asesinatos selectivos con los drones, incrementó el espionaje masivo contra todo el mundo, apoyó el golpe en Honduras en 2009 y ha aumentado el financiamiento a través de Usaid y Ned para alimentar conflictos en países donde Washington quiere promover cambios.

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