Estos días, a propósito del informe de la Comisión 30-S, se
ha cuestionado el concepto de golpe blando. ¿Es posible aplicarlo
efectivamente para casos como el ocurrido aquella fecha en Ecuador?
Creo
que el 30-S fue el comienzo de un golpe suave en Ecuador que fue
controlado en su momento, pero que sigue bajo la superficie. Hubo un
proceso de desestabilización a través de sectores de la llamada sociedad
civil vinculados principalmente con agencias estadounidenses, como la
Usaid, NED y la CIA que buscaba derrocar al Presidente. El 30-S ya
habían logrado uno de los principales objetivos del golpe: la
unificación de la policía con las acciones de desestabilización. Esa
parte de la estrategia es normalmente lo más difícil de lograr porque se
supone que la policía y las FF.AA. están comprometidas con la defensa
del Estado, pero justamente aquí en Ecuador la sublevación de la Policía
fue la mecha que incendió la acción directa contra el Presidente. Eso
hace aún más peligrosa la ejecución del golpe suave porque ya han
debilitado el pilar fundamental de la seguridad y defensa del Estado.
Si hay golpes blandos o suaves, ¿qué rol cumplen en ellos los medios de comunicación?
Los
medios de comunicación cumplen un papel fundamental en el golpe suave.
De hecho, la estrategia del golpe suave no funciona sin los medios de
comunicación. Medios alineados con los intereses golpistas preparan el
terreno ante la opinión pública. Repiten y reciclan información que
distorsiona y desacredita al gobierno y particularmente a la figura del
Presidente, quien es el blanco principal del golpe. Intentan proyectar
una imagen de un país en crisis, ingobernable, exagerando problemas
existentes y dando una plataforma mediática a una pequeña minoría,
presentándola como si fuera la mayoría. Ante cualquier confrontación al
momento entre Estado y golpistas, los medios están allí para proyectar
ante el mundo la imagen de un Estado represor y violador de los derechos
humanos. Los medios involucrados presentan a los golpistas como
víctimas, y al Estado como agresor.
¿La democracia puede crear ‘anticuerpos’ para estos intentos o acciones que derivan en los golpes blandos?
Hay
que conocer bien cómo funciona esta estrategia y entender cómo podría
ser aplicada en la realidad de cada país. Se adapta a las circunstancias
y características culturales de cada nación. Algo urgente y necesario
es desmontar la grosera usurpación del concepto de las ONG
–organizaciones no gubernamentales- que supuestamente representan los
intereses de los ciudadanos. Lamentablemente, la figura de las ONG ha
sido captada por las agencias de EE.UU. y sus servicios de inteligencia,
y hoy muchas ONG –no todas– son realmente representantes de los
intereses estadounidenses. Hace unos años, el director de la Usaid, la
agencia financiera del Departamento de Estado, declaró que las ONG eran
un brazo fundamental de la política exterior de Washington. En 2009, la
Usaid se incorporó como parte de la estrategia de contrainsurgencia de
EE.UU., junto al Pentágono y el Departamento de Estado. El Pentágono se
encarga de temas militares, el Departamento de Estado de la diplomacia y
la Usaid de la sociedad civil. Eso significa que quienes reciben
financiamiento o colaboran con la Usaid están trabajando como agentes
ejecutores de la política injerencista de Washington. Hay que recuperar
el concepto de las ONG como entes que sirven a la sociedad y defienden a
los pueblos.
Es fundamental impedir el flujo de dinero de la Usaid,
la NED y otras agencias financistas del exterior que intentan fomentar y
alimentar conflictos. También el papel de ciertos medios de
comunicación como voceros de intereses que atentan contra el bienestar
del país tiene que cambiar. Más allá de cumplir con su deber de
informar, los medios tienen una responsabilidad social. Los medios
deberían contribuir al desarrollo intelectual y cultural del país y no
ser fuentes de desestabilización.
¿Hasta dónde militares y policías pueden salvaguardar
efectivamente la democracia ante amenazas inscritas en la lógica del
golpe blando?
Un concepto que ha salvado a Venezuela de
varios intentos de golpe suave, incluso en sus momentos más vulnerables y
débiles como pasó a principios del 2014, es la unión cívico-militar. El
golpe suave busca debilitar y destruir los pilares del estado: su
fuerza laboral, su institucionalidad y credibilidad y las fuerzas de
seguridad. Sin una fuerte conexión y entendimiento entre los militares y
policías y el gobierno y sociedad civil, la amenaza del golpe suave se
hace más peligrosa. En los países que viven grandes procesos de
transformación a favor de la justicia social y el bienestar de los
pueblos se hace aún más importante el vínculo profundo con las FF.AA. y
la policía. Ellos tienen que entender la importancia de su rol en la
defensa de estos procesos de cambio que finalmente tienen como objetivo
la construcción de un país más desarrollado y próspero para todos.
También las FF.AA. y la policía tienen un papel fundamental en la
defensa de la soberanía de la nación y en la protección de la integridad
del Jefe de Estado. Detrás de un golpe suave siempre hay intereses
externos que están buscando imponer su agenda y lograr el control sobre
importantes recursos estratégicos. La unión cívico-militar es la única
garantía del avance duradero de un proyecto que favorece a las mayorías,
pero que enfrenta grandes y poderosos intereses nacionales e
internacionales.
¿Los gobiernos populares de América Latina están preparados
para asumir las amenazas de acciones desestabilizadoras como las que se
expresan bajo el concepto de golpe blando?
Hay fortalezas y
debilidades en todos los procesos de cambio en América Latina.
Obviamente el bienestar económico es algo fundamental para mantener la
estabilidad dentro del país. Vulnerabilidades económicas abren la puerta
al descontento social, lo cual puede ser aprovechado por los sectores
desestabilizadores, como ha sucedido en Venezuela en los últimos meses.
Venezuela se resiste justamente porque hay un nivel de conciencia
política muy desarrollada entre la población. Y también se conoce bien
quién está detrás de la desestabilización. Un factor fundamental en la
derrota del golpe suave es la solidaridad regional e internacional. La
integración latinoamericana funciona como escudo frente a los intentos
de golpe en la región. La unión suramericana logró frenar golpes en
Ecuador y Bolivia, y ahora en Venezuela, pero en otros momentos, como en
Paraguay y Honduras no pudo neutralizar la desestabilización. Creo que
es necesario y urgente crear un observatorio regional de la defensa de
los pueblos que pueda servir como un centro de investigación y análisis
sobre estas tácticas y estrategias de injerencia y desestabilización y
que cuente con la capacidad de desarrollar e implementar mecanismos de
defensa ante escenarios de conflicto.
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, señala que está en
marcha una restauración conservadora. ¿Es posible que esto ocurra en
América Latina también? Si fuese así, ¿qué resortes están impulsando
esta restauración conservadora?
Siempre es posible una
restauración conservadora en cualquier parte del mundo. La derecha está
lista y preparada para llenar todos los espacios vulnerables, olvidados y
debilitados. No hay que ceder espacios ganados por la izquierda a la
derecha, es un grave error político. La derecha cuenta con más recursos y
con un objetivo claro: la derrota de la izquierda y retomar el poder.
La izquierda a veces no es tan concisa con sus objetivos ni en cómo
alcanzarlos. Y demasiadas veces, la izquierda cede poder bajo la bandera
de la reconciliación o la paz. América Latina es la región más rica en
recursos naturales y estratégicos a nivel mundial. Es el blanco
principal de las grandes potencias, particularmente de aquellas que han
perdido su influencia y dominación sobre la región debido al crecimiento
de gobiernos progresistas e izquierdistas.
¿Estados Unidos es ajeno a todo este proceso de restauración
conservadora? ¿Hasta dónde sus banderas de libertad y mercado están en
esa perspectiva restauradora?
Estados Unidos es
el principal impulsor de la desestabilización en América Latina, como
siempre lo ha sido. Hay que entender que la política exterior de
Washington no es de derecha ni de izquierda, es una política de Estado.
No es la extrema derecha solamente la que está detrás de la injerencia y
desestabilización de la región, los demócratas están en la misma
página. Obama ha sido uno de los presidentes más bélicos de EE.UU. Ha
ejecutado acciones militares en Pakistán, Yemen, Libia y Siria, aumentó
el programa de asesinatos selectivos con los drones, incrementó el
espionaje masivo contra todo el mundo, apoyó el golpe en Honduras en
2009 y ha aumentado el financiamiento a través de Usaid y Ned para
alimentar conflictos en países donde Washington quiere promover cambios.
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