"Vamos que vamos", había dicho Oscar Washington Tabárez y le puso punto final al episodio que revolucionó la Copa del Mundo de Brasil. Luis Suárez se recuperó de una operación en los meniscos, metió los dos goles ante Inglaterra, le pegó un mordisco al italiano Giorgio Chiellini y fue expulsado. Desde su casa, en Montevideo, el delantero se pegó al televisor. Y Uruguay fue al Maracaná a jugar por los octavos de final del Mundial, a buscar -otra vez- la heroica, a que aflore en una nueva batalla la mística de esa garra que lo pone celeste. Pero fue Colombia el que le dio un cierre a esta historia. Tal vez la selección sudamericana de mejor rendimiento hasta aquí en el Mundial, comandada por José Pekerman (invicto en mundiales) desde el banco y con un James Rodríguez deslumbrante en el césped se impuso por 2-0, se metió por primera vez en su historia en los cuartos de final y eliminó a los uruguayos del torneo.
Los primeros 20 fueron de Colombia. Casi completitos. Había que parar a Juan Camilo Zúñiga y a Juan Cuadrado, lateral y volante por derecha -respectivamente- que parecen aviones en esa pista veloz que es el césped del Maracaná. Y los 10 uruguayos corrieron y metieron para proteger al arquero Fernando Muslera. Hasta Diego Forlán, reemplazante de Suárez, corría para tapar las escaladas de Zúñiga. Todo un equipo, el de Tabárez, apelando a su corajuda historia, pero con poca memoria para jugar y atacar a su rival. Así las cosas, el partido se planteó entre los estiletazos de los amarillos contra el muro celeste.
Iban 28 minutos cuando el mundo saltó de su silla y abrió la boca redonda de sorpresa y emoción para gritar ese gol maravilloso que clavó James Rodríguez. Después de una serie de rebotes, Cuadrado le pasó la pelota con la cabeza al diez. Pecho (control orientado) sin dejar picar el balón y tras una media vuelta que pareció un paso de baile, sacó un latigazo de zurda que besó el travesaño y se clavó en el arco de Muslera. Un gol impresionante de un futbolista exquisito. 1-0 en la chapa y el amanecer de un nuevo partido.
Enseguida Uruguay -herido- salió a intercambiar golpe por golpe, ya no le servía defender. En la primera, Edinson Cavani desbordó por izquierda y le tiró un centro a Forlán que no llegó a cabecear. La segunda, a los 32, Cavani probó con un tiro libre que se fue muy cerquita del ángulo derecho del arco de David Ospina. Y a los 38, Alvaro González probó de derecha para chocar otra vez con las manos de Ospina. Llegaba al descanso Uruguay con situaciones de gol que alimentaban su optimismo.
Pero en el complemento, Uruguay salió frío. Y Colombia mostró toda su creatividad colectiva. A los 4, Teo Gutiérrez rompió líneas y encaró desde la derecha hacia el medio. Tocó para Jackson Martínez, que aguantó de espaldas al arco en la medialuna del área y abrió para la izquierda. Pablo Armero llegó libre y tiró un centro pasado. Cuadrado apareció por el segundo palo y la bajó de cabeza al corazón del área. Ahí apareció otra vez James Rodríguez para definir de derecha antes que llegara el cruce de Diego Godín y clavar el 2-0 en el corazón de los uruguayos.
Después, a tocar. Colombia con la pelota y Uruguay desconcertado -como habitualmente le ocurre cuando está en desventaja- empezó a abusar de su juego brusco. Tabárez movió el banco, piernas frescas para serenar a un equipo descontrolado. Stuani por Forlán y Gastón Ramírez por Pereira (más tarde Abel Hernández ingresó por el Tata González). Empujó Uruguay, con pocas ideas, con poco juego. Pero llevó a su rival contra Ospina. Apenas un tiro libre de Ramírez que dio en la barrera y le quedó al Cebolla Rodríguez, que no pudo definir. Apenas centro tras centro que Mario Yepes supo despejar. A diez del final se filtró Maxi Pereira y enfrentó a Ospina, pero el arquero se quedó con el duelo. Y sobre el final otra vez se agigantó la figura del arquero colombiano desviando un remate de Cavani contra el palo derecho.
Uruguay al final se quedó sin batería y se apagó en silencio masticando su bronca. Colombia se metió en cuartos de final por primera vez en su historia con un fútbol que enamora, con un James Rodríguez brillante que ilumina y bajo la conducción de Pekerman, el padre de la criatura. La próxima parada será el local, Brasil; el viernes, en Fortaleza. A ver quién se pone más amarillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario