En Curitiba, el último campeón pudo esbozar una sonrisa en su despedida del Mundial. España goleó 3 a 0 a Australia y, aunque sea por 90 minutos, logró recomponer su imagen, algo distorsionada luego de haber sido goleada por España y derrotada por Chile.
España ofreció poco y nada en la primer etapa. Porque Australia, sin ser una maravilla, manejó más la pelota. Pero careció de profundidad. Entonces, entre la apatía española y las limitaciones de los oceánicos, el partido fue un lamento. España demoró 20 minutos en acomodarse. Fue cuando se enchufó Iniesta. A partir de la magia de su jugador más talentoso, el equipo ofreció más. Pudo marcar a los 22: taco de Villa y remate de Alba que despejó el arquero Ryan.
Con su sello distintivo, el de la posesión, España acorraló a Australia. Avisó a los 32, con un centro atrás de Villa que el Niño Torres no pudo conectar. Y fue Villa, el más incisivo de los europeos, el que rompió el cero. Lo hizo de taco, tras un pase de Juanfran, a los 34. Un gol con el estilo de la España campeona del mundo.
Lo más saliente del inicio de los segundos 45 minutos también tuvo que ver con David Villa. El asturiano fue reemplazado a los 11 y dejó el campo llorando. Sucede que ante Australia se vio lo último del delantero con la camiseta española. En su lugar ingresó su ex compañero en Valencia, Juan Mata.
Como en el final de la primera etapa, el dominio del juego, a partir de la posesión, era español. Y antes de los 25 minutos, un exquisito pase de Iniesta dejó cara a cara con el arquero a Fernando Torres. El Niño no dudó y con una sutil definición con el borde interno puso la pelota junto al poste izquierdo del arquero Maty Ryan. Cuando el partido se moría, llegó el tercero de España, en esta ocasión, por obra de Mata. Así, los de Del Bosque abandonan Brasil, al menos, con media sonrisa.
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