La pesadilla de Brasil en la Copa del Mundo acaba de empeorar.
Con las lágrimas apenas secas tras la humillante paliza por 7-1 que le asestó Alemania ayer en la semifinal del Mundial, los brasileños ahora deberán soportar que su archirrival Argentina dispute la final en el legendario estadio Maracaná de Río de Janeiro.
Muchos brasileños en todo el país hincharon por Holanda en la otra semifinal contra Argentina este miércoles, que los "hermanos" -como llaman los brasileños a sus vecinos- ganaron 4-2 en penales.
"Ver a Argentina en la final en nuestra casa duele, especialmente después de la peor derrota en la historia de la Seleçao", dijo Marcio Carneiro da Silva, de 36 años, un cartero que ahogaba sus penas en cerveza en la terraza de un restaurante de Río.
Su amigo Cesar Augusto, de 37 años, ya escogió un nuevo equipo para el domingo.
"Ahora soy alemán", dijo.
La prensa brasileña compartió el dolor, y recordó que el juego tendrá lugar en el mismo estadio donde Brasil perdió la final de la Copa del Mundo de 1950 ante Uruguay, una derrota que aún atormenta a los brasileños.
"La pesadilla continúa", tituló el diario popular O'Dia en su sitio web.
"Además de no poder soñar con un sexto título, los brasileños deberán vivir con la posibilidad real de que uno de sus principales rivales triunfe en el mayor templo del fútbol", dijo.
l principal diario deportivo del país, Lance, usó un título con etiqueta de Twitter: #SomosTodosAlemanha!.
En el Fan Fest en Sao Paulo, algunos brasileños vestían camisetas naranjas en honor a Holanda, y aplaudían cada vez que Holanda estaba cerca de anotar un gol.
Ahora deben soportar la posibilidad de que la presidenta Dilma Rousseff entregue el trofeo al capitán argentino, la superestrella del fútbol Lionel Messi.
"No puedo imaginar a Dilma dando la Copa a Argentina en el Maracaná. Eso no puede pasar... Es todavía peor que lo de ayer (martes), una pesadilla. Insoportable", dice Marcos Raimondi, un economista de 44 años.
Su amigo, el médico Amadeus Marques, de 27 años, está atónito.
"Esto es increíble. Siento la misma sensación que ayer. Desde el cuarto gol de Alemania solo pensaba en que Argentina no pasara (frente a Holanda) y que nos viéramos por el tercer puesto... Y mira. Pero igual se lo merecieron por tener más garra".
Con las lágrimas apenas secas tras la humillante paliza por 7-1 que le asestó Alemania ayer en la semifinal del Mundial, los brasileños ahora deberán soportar que su archirrival Argentina dispute la final en el legendario estadio Maracaná de Río de Janeiro.
Muchos brasileños en todo el país hincharon por Holanda en la otra semifinal contra Argentina este miércoles, que los "hermanos" -como llaman los brasileños a sus vecinos- ganaron 4-2 en penales.
"Ver a Argentina en la final en nuestra casa duele, especialmente después de la peor derrota en la historia de la Seleçao", dijo Marcio Carneiro da Silva, de 36 años, un cartero que ahogaba sus penas en cerveza en la terraza de un restaurante de Río.
Su amigo Cesar Augusto, de 37 años, ya escogió un nuevo equipo para el domingo.
"Ahora soy alemán", dijo.
La prensa brasileña compartió el dolor, y recordó que el juego tendrá lugar en el mismo estadio donde Brasil perdió la final de la Copa del Mundo de 1950 ante Uruguay, una derrota que aún atormenta a los brasileños.
"La pesadilla continúa", tituló el diario popular O'Dia en su sitio web.
"Además de no poder soñar con un sexto título, los brasileños deberán vivir con la posibilidad real de que uno de sus principales rivales triunfe en el mayor templo del fútbol", dijo.
l principal diario deportivo del país, Lance, usó un título con etiqueta de Twitter: #SomosTodosAlemanha!.
En el Fan Fest en Sao Paulo, algunos brasileños vestían camisetas naranjas en honor a Holanda, y aplaudían cada vez que Holanda estaba cerca de anotar un gol.
Ahora deben soportar la posibilidad de que la presidenta Dilma Rousseff entregue el trofeo al capitán argentino, la superestrella del fútbol Lionel Messi.
"No puedo imaginar a Dilma dando la Copa a Argentina en el Maracaná. Eso no puede pasar... Es todavía peor que lo de ayer (martes), una pesadilla. Insoportable", dice Marcos Raimondi, un economista de 44 años.
Su amigo, el médico Amadeus Marques, de 27 años, está atónito.
"Esto es increíble. Siento la misma sensación que ayer. Desde el cuarto gol de Alemania solo pensaba en que Argentina no pasara (frente a Holanda) y que nos viéramos por el tercer puesto... Y mira. Pero igual se lo merecieron por tener más garra".
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