Al Ministerio de Deportes y al parque Cumandá llegan, a diario, unos 1 650 niños y niñas Las clases terminaron, pero continúan los correteos y prisas de los padres que dejan a sus hijos en los cursos vacacionales. Ellos rompen con sus tareas diarias para llevar a los infantes a estos centros masivos.
En el Centro Activo número uno del Ministerio de Deportes, en la Gaspar de Villarroel y 6 de Diciembre, las personas llegan desde las 07:15. Juan Trejo, oficinista, viene en el transporte de la empresa junto con su hijo. Espera a que abran las puertas de este vacacional que empezó el lunes para dejarlo toda la mañana. Estos talleres funcionan de lunes a viernes.
1 500 niños aprenden fútbol, rugby, ajedrez, jodukai, natación y otras actividades recreativas. Cerca de 30 colonias vacacionales gratuitas funcionan desde este lunes en el Distrito. A las 07:50, el tráfico es denso en la Gaspar de Villaroel. Taxis y vehículos particulares hacen pequeñas paradas. Los niños se bajan, se despiden de sus padres y corren al interior del centro recreativo.
Otro grupo de padres está organizado. En una furgoneta escolar vienen ocho niños desde el noroccidente de Quito. Sus representantes fletaron este transporte para que haga el recorrido de puerta a puerta, dice Mónica Estrella, conductora. A esa hora, cuatro primos caminan desde la 6 de Diciembre. Vienen desde Agua Clara en Ecovía. A las 08:00, hay congestión en las avs.
De los Shyris y Gaspar de Villarroel. A los vehículos que dejan a los niños, se suman los trabajadores del lugar. La Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) designó a cinco uniformados para que organicen el paso de los vehículos, en esta zona, en las horas pico (08:00 y 12:00), es decir, al ingreso y a la salida. Daniel Vallas, fiscalizador de la AMT, señala que no solo se fijan en el tránsito de vehículos.
“Tenemos que ayudar en el paso de los niños, en los pasos peatonales para que no haya accidentes”, sostuvo. Por otro lado, las tiendas del lugar pierden clientes en vacaciones. “Los niños no comen mucho, vendemos 20 desayunos al día cuando vendíamos 60”, dice Alejandra, trabajadora de Aurelia Coffe.
En esta zona, en temporada de clases, funcionan los colegios Anderson, Central Técnico y Eufrasia, por lo que estos vacacionales no afectan, demasiado, al tráfico característico de la Gaspar de Villarroel. En el centro de Quito, 150 niños y jóvenes llegan a los talleres vacacionales que se hacen en el parque Cumandá. Por su cercanía con el Centro Histórico y con La Marín, venir a esta zona céntrica no es un problema, dice Patricia Ramos, quien baja desde Toctiuco para dejar a su niño.
A la hora de la salida, la situación cambia y toma un bus que los lleva hasta su casa, más arriba de San Juan. En Cumandá se hacen talleres recreativos parecidos a los que se dictan en el Ministerio del Deporte, no obstante, los monitores también hacen actividades lúdicas con reciclaje, usos del agua y ecología.
Freddy Haro, militar, deja a su hija todas las mañanas en el Cumandá antes de ir a trabajar. En su hora de almuerzo se apresura para retirarla a las 12:30 en la entrada que conecta al parque con La Ronda y luego sube con ella al Ministerio de Defensa. Luis Olmos, otro padre de familia, espera a que su hija salga del vacacional.
Él aprovechó para pedir vacaciones en su trabajo y ubicar a su niña en uno de estos centros. Además, es el encargado de retirarla. “Le gusta lo que aprende aquí”, resalta. Los comerciantes, en esta zona, sí han incrementado sus ventas, asegura María Jacho, quien acude con su canasta de chochos a las afueras del parque.
“Sí comen los niños, esto les gusta”, manifiesta. En estos dos vacacionales masivos, la integridad de los menores es prioritaria, añaden los organizadores. Por eso, en el Centro Activo número uno, no admiten a niños que no estén en los registros que poseen. Además, hay órdenes estrictas a los guardias de seguridad de no dejar entrar a ningún adulto a la zona de recreación infantil. Incluso, se han cancelado, en las mañanas, las actividades deportivas para el público y se retoman a partir de las 18:00. Por su parte, Eva Racionero, del Cumandá, dice que los monitores, guardias y voluntarios tienen registros detallados de los niños que participan en las colonias vacacionales.
Comenta que hay personas responsables que se encargan de entregar a los infantes a los padres de familia o representantes. En caso de que no vayan a la hora de la salida, los monitores se ponen en contacto para saber la hora a la que llegará el familiar o el nombre de la persona que retirará al menor. Así garantizan la seguridad.
La cotidianidad cambia en esta época. Los padres piden permisos en los trabajos, pero son esfuerzos que hacen para no dejarlos frente al televisor o la computadora, confiesan.
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