El sábado vivió un momento soñado en el estadio Da Luz, ése que pertenece a las Aguilas del Benfica, el primer club europeo que apostó a su proyección internacional, tras su surgimiento en las Inferiores de Rosario Central y del buen nivel demostrado en el Mundial Juvenil Sub 20 de 2007. Angel Di María tuvo un destacado rol en la enorme victoria del Real Madrid para alzarse con la 10ª Copa de Campeones de Europa de su rica historia. A los 26 años, el volante zurdo resultó imparable las veces que logró encarar en velocidad a los defensores del Atlético de Madrid, al punto que hizo amonestar con sus corridas electrizantes a Raúl García y a Juanfrán. Y después imaginó y ejecutó la jugada determinante del choque en Lisboa. Le tapó ese remate Thibaut Courtois, pero el rebote lo aprovechó el galés Gareth Bale y el 2 a 1 destrabó una historia que se vislumbraba más que difícil para el conjunto de Carlo Ancelotti.
Di María está atravesando su etapa de madurez como futbolista.
Con 17 años, el rosarino debutó en Primera y no paró de evolucionar. Ya suma 10 títulos en su carrera, contando la medalla de Oro en Beijing 2008 y los torneos que sumó en el fútbol portugués (dos ligas con Benfica) y luego también en España, donde está desde mediados de 2010. Con la conquista de la Liga de Campeones (“Estoy muy feliz porque de chiquito soñaba con esto; es una lástima que no hayamos podido hacer triplete”, dijo con la victoria 4 a 1 ya consumada) llegará al Mundial en un nivel superlativo.
Hoy regresará a la Argentina y de allí se irá a Rosario a rodearse de sus afectos. El viernes, Alejandro Sabella lo tendrá en Ezeiza. Le dieron una licencia especial porque su temporada recién finalizó. Tras la final, marcó como señal de alarma que “sentí un pinchazo en el posterior izquierdo y por eso dejé que Marcelo fuera más al fondo y me cuidé de ir al ataque”. Igual, aclaró que el dolor no lo complicará para el debut mundialista.
¿Es el jugador argentino que exhibe el mejor presente? Así es. Messi declinó su nivel en Barcelona. Agüero sufrió más de lo que jugó en el Manchester City por algunas lesiones. Higuaín también exhibió un rendimiento desparejo. En cambio, la temporada de Fideo fue en lento ascenso.
Ancelotti no le hallaba un lugar entre los titulares, pero a fuerza de goles y de asistencias para sus compañeros convenció a todos. Convirtió cuatro veces y dio 17 pases gol. Y fue clave en la Champions , con tres goles y cinco asistencias. Además, hizo el primer gol para obtener la última Copa del Rey al superar 2-1 al Barcelona.
Tiene habilidad en velocidad, uno de los atributos futbolísticos más difíciles de conjugar. Es encarador, atrevido, desenvuelto, gambetea, no se achica en las difíciles cuando otras estrellas del Madrid están opacadas o bien marcadas. Con espacios y a veces sin ellos, este Di María abre caminos, como cuando utiliza al marcador lateral de su equipo como cortina para picar en diagonal y complicar a los centrales del equipo de enfrente.
Ayer, participó activamente de los festejos del Madrid. A la madrugada, en la emblemática Plaza de la Cibeles; luego, en la visita al Ayuntamiento donde el plantel fue recibido con todos los honores por las autoridades de la capital española. Más tarde, en un repleto estadio Santiago Bernabéu que desbordó de euforia y que lo ovacionó como él merece. Recibió en Lisboa el premio al mejor futbolista de la final. Le sobran motivaciones anímicas y futbolísticas a este flaco espigado que, a fuerza de talento, es una esperanza en marcha para el Mundial que se avecina.
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