En la temporada seca, estos fenómenos pueden alcanzar hasta los 108 kilometros de velocidad, en la superficie. Estos son más intensos en los valles. En el Aeropuerto Mariscal Sucre ya se han retrasado dos vuelos internacionales.
En la ciudad, 10 árboles se han caído y en Pisullí, en el norte, parte del techo de una casa se desprendió. Estos hechos, que se registraron desde la semana pasada, muestran la fuerza delos vientos en el Distrito.
El Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) informó que para esta temporada se prevén vientos más fuertes que los registrados en el 2013. Estos podrían alcanzar en la superficie los 20 metros por segundo (76 kilómetros por hora). El año anterior llegaron a 10 metros por segundo (36 km/h).
Gonzalo Ontaneda, técnico del Inamhi, dijo que los cielos despejados y la variación térmica causan vientos fuertes. Se estima que en agosto, por ser un mes más seco, los vientos aumenten de intensidad. Las zonas en donde más se percibirá esta condición son: Calacalí, Tumbaco, Calderón, Carapungo, valle de Los Chillos y Cumbayá. En estos sitios el aire fluye sin mayor obstáculo.
Allí se podría superar los 30 m por segundo (108 km/h). Turbulencia en vuelos En Tababela, por ejemplo, la fuerza de este fenómeno se empezó a sentir desde la semana anterior: dos vuelos fueron retrasados. Roberto Cortez, gerente de Control y Vigilancia Continua Operacional y Seguridad del aeropuerto, dijo que cuando las naves se acercan en sentido sur-norte experimentan turbulencia.
Esto ocurre al mediodía y en la tarde. En sentido contrario, norte-sur, los vientos son menos fuertes. Por eso, la aerolínea Lan ha modificado la ruta de llegada. En lugar de venir por la parte oriental, entre el Ilaló y la cordillera, los vuelos se acercan por el lado occidental del Ilaló y aterrizan en la cabecera norte.
Esta maniobra se la realiza cuando la zona está despejada. Cortez explicó que los pilotos evalúan las condiciones climáticas antes de aterrizar o decolar. En estos casos, prima la seguridad de los pasajeros. Árboles caídos en la urbe En la zona urbana, en donde por la presencia de edificaciones se reduce la fuerza del viento también hay novedades. En La Mariscal, el martes pasado, 15 de julio, un árbol se cayó en las calles Lizardo García y José Tamayo.
Esto causó daños en el muro de una vivienda y afectó al tendido eléctrico. En La Carolina, anteayer, un árbol fue derribado en la Iñaquito y Naciones Unidas. Para evitar estos contratiempos, la Unidad de Espacio Público recomienda remover los árboles que ya cumplieron su vida útil. El hecho que “cruja” puede ser un indicio. Otra dificultad ocasionada por los vientos se produjo, en el norte de la ciudad, en la parte alta de la Pisullí.
La tarde del miércoles, un pedazo de zinc se desprendió del techo y aterrizó unos 20 metros colina abajo. No hubo heridos. Los anuncios que hay en el espacio público dan también cuenta de la fuerza de este fenómeno. En la E35, donde empalma con la Interoceánica, se desprendió un letrero de señalización. Alberto Molares, motociclista, contó que cuando el rótulo se desprendió debió esquivarlo para no accidentarse. “La señal por poco impacta a un vehículo que venía detrás”. A la altura del puente del río Chiche, dos vallas publicitarias también se vieron afectadas.
La Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Pública (Epmmop) informó que aquellos letreros que han sido golpeados por un auto y quedan inestables, pueden ser afectados por el viento. La entidad municipal realiza un monitoreo permanente para identificar esta situación. Hasta el momento han identificado tres casos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario