Ocho veces campeón de Roland Garros. La
sentencia sucinta de un éxito sin precedentes. Ocho títulos, una cifra
prohibida, espiral insólita en la historia de este juego. Rafael Nadal traza el
itinerario común en cada una de las veces que hizo crujir la tierra, no por
ello privado de espontaneidad y color. La multiplicación de exhibiciones de
autoridad cuenta siempre con la escenografía renovada de quien, recién
cumplidos 27 años, profesa al juego la ardorosa pasión del debutante. Aún con
la Philippe Chatrier bajo la reverberación sísmica de su asombrosa victoria
contra Djokovic en las semifinales, el español cuelga la duodécima estrella de
un gran slam en la solapa gracias a la victoria frente a David Ferrer por 6-3,
6-2 y 6-3, en dos horas y 16 minutos.
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