“Le debo este triunfo al pueblo de Chile, que entrará conmigo a La Moneda”, expresó Salvador Allende, médico cirujano de profesión, quien logró el triunfo abanderado de la Unidad Popular (UP), que agrupaba a comunistas, socialistas, radicales, cristianos de izquierda, socialdemócratas e independientes.
“Hemos triunfado para
derrotar definitivamente la explotación imperialista, para terminar con los
monopolios, para hacer una seria y profunda reforma agraria, para controlar el
comercio de importación y exportación, para nacionalizar, en fin, el crédito,
pilares todos que harán factible el progreso de Chile, creando el capital
social que impulsará nuestro desarrollo”, expresó desde el Balcón de la
Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), en Santiago de
Chile, rodeado de una multitudinaria concentración.
En 1970, a sus 62 años de edad, Allende llega al poder en Chile tras una
larga trayectoria como líder de la satanizada izquierda, fundador del Partido
Socialista, en 1933, parlamentario desde 1937, ministro de Salud con el Frente
Popular, en 1939, y amigo de los líderes de la naciente Revolución Cubana Fidel
Castro y Ernesto "Che" Guevara.
Durante su Gobierno, que solo duró tres años, el presidente chileno
nacionalizó la banca privada, el comercio exterior y el cobre y aumentó el
salario de los trabajadores, además radicalizó la reforma agraria, generó
formas colectivas de producción y creó un sector social de la economía,
administrado por los trabajadores.
En su discurso, Allende advirtió sobre las amenazas inminentes contra el
Gobierno socialista que se inauguraba y afirmó que la derecha “no será jamás
capaz de reconocer la grandeza que tiene el pueblo en sus luchas, nacida de su
dolor y de su esperanza”.
“Chile abre un camino
que otros pueblos de América y del mundo podrán seguir. La fuerza vital de la
unidad romperá los diques de las dictaduras y abrirá el cauce para que los
pueblos puedan ser libres y puedan construir su propio destino”, exaltó el
presidente chileno, al resaltar el importante papel que jugaba su país en una
década marcada por dictaduras represoras y la guerra anticomunista del imperio
estadounidense.
Tres años pasaron de aquella noche en la que el pueblo chileno celebró
su victoria en la apuesta por la construcción de un país verdaderamente
democrático, soberano e independiente.
El 11 de septiembre de 1973, Allende muere durante un golpe de Estado
perpetrado por órdenes de Augusto Pinochet, jefe del Ejército, quien
-con apoyo de Estados Unidos- atacó La Moneda, y posteriormente instauró una
sangrienta dictadura que dejó 3.200 muertos, 8.000 torturados y cerca de
300.000 exiliados.
“Tengo fe en Chile y
su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la
traición pretende imponerse, sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que
tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre
para construir una sociedad mejor”, fueron las últimas palabras que Salvador
Allende dirigió al pueblo chileno desde el palacio de gobierno, desde donde
defendió hasta el final el Gobierno popular y democráticamente electo.
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