En la cálida selva amazónica del Ecuador hay un gran laboratorio natural. Los bosques siempre verdes e inundables del Parque Nacional Yasuníson el escenario perfecto para la proliferación de la vida silvestre.
Científicos de las universidades Católica del Ecuador y San Francisco investigan a diario -en sus estaciones Yasuní y Tiputini- el delicado ecosistema, en el que se han hallado al menos 2 500 especies de plantas, 660 de árboles, 204 de mamíferos, 610 de aves, 139 de anfibios, 268 de peces y 121 de reptiles.
El Yasuní, hogar de delfines amazónicos y rosados, armadillos gigantes, caimanes negros y sapos arlequines, es el área protegida continental más grande del país. Por ser megadiverso y la conservación de especies por miles de años, la Unesco lo declaró Reserva Biológica, en 1989.
Sus enormes bosques de ceibo, pambil, sangre de drago, canelo y otras especies también son territorio de waorani, tagaeri y taromenane.
Estas dos últimas son comunidades seminómadas en aislamiento voluntario. El Estado ecuatoriano tiene el deber de protegerlas y cuentan con medidas cautelares, otorgadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el 2006.
Para preservar este paraíso natural se han elaborado planes de rescate de especies como el jaguar, manatí, delfín de río, águila harpía y nutria gigante. Estos trabajos se hacen con la participación de Wildlife Conservation Society. Además se establecieron viveros forestales con especies nativas como el cedro y el chuncho.
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