La imagen recorrió el mundo: Cristiano Ronaldo, el gran ausente en la final de la Copa del Rey, abrazando y consolando a Lionel Messi. Los ídolos de Real Madrid y Barcelona, unidos en un abrazo, en una actitud amistosa cuando el equipo de Carlo Ancelotti ya se había asegurado el triunfo en Mestalla, el estadio de Valencia.
Cristiano no pudo jugar la final por una lesión muscular pero vivió el partido a mil, a un costado del campo de juego. Sufrió, protestó, arengó a sus compañeros y gritó el golazo de Bale, el del 2-1. Con un traje negro y una gorra, el portugués celebró la victoria de los suyos pero, cuando bajó al campo de juego, se acercó a Messi, nos regaló un buen gesto. Un crack adentro y afuera de la cancha.
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