Para Brasil, China es el principal país destino de las exportaciones. Rebasó a Estados Unidos a finales de 2009, tras la crisis financiera que devastó el mercado norteamericano. Pero cuando la comparación es la Unión Europea, el viejo continente aún tiene ventaja sobre China. Esta, sin embargo, disminuyó en 2013, como muestran los números del Ministerio de Desarrollo brasileño. Entre enero y noviembre de este año, la UE importó de Brasil el equivalente a 44.000 millones de dólares, o el 19,93% del total de las exportaciones. En 2012 esa participación era del 20,24%.
Los chinos, por su parte, aumentaron sus pedidos, principalmente de bienes primarios, como soja y minerales metálicos, lo que hizo las exportaciones brasileñas para este país avancen más del 12%, haciendo que su participación total subiese del 17% en 2012 al 19,23% este año.
No se sabe aún cuál será el efecto que la recuperación americana puede traer para el comercio global. Pero, incluso aunque los estadounidenses aumentemen las importaciones a medio plazo, China continuará con su política de expandir el mercado de consumo interno y garantizar el crecimiento de la renta de su población.
En contrapartida, China ya ha superado a la UE como segundo mayor exportador para las naciones latinoamericanas. Las canastas, sin embargo, no son equivalentes. La cesta latinoamericana de exportación se compone en su mayoría de materias primas. En sentido inverso, las manufacturas chinas, de tecnología simple, representan más del 90% de las importaciones de América Latina, en la clásica ecuación a la cual está sometido el continente.
La situación es dispar y alimenta otra dificultad para las naciones latinoamericanas. La política industrial china termina por privilegiar una cadena productiva con otros países asiáticos vecinos. Es decir, países como Malasia, Vietnam o Corea del Sur son proveedores de las industrias chinas. “El comercio intracontinental asiático representa 53% del total”, dice Sergio Amaral, director del Centro de Estudios Americanos de la Fundación Armando Álvares Penteado (Faap), de São Paulo. En comparación, el comercio intracontinental en Latinoamérica es de solo el 20%, mientras que el restante 80% de las relaciones comerciales son con países de fuera de la región. “Eso quiere decir que China ejerce el papel de atenuar el comercio entre los países de Latinoamérica”, analiza.
El foco en atender demandas de materia prima por parte de Asia, cada vez más creciente, hace que los países de la región coloquen en segundo plan el valor agregado en sus productos manufacturados. “China expone nuestro déficit en competitividad. Eso añade para nosotros”, enfatiza Amaral.
Para Clodoaldo Hugueney, que fue embajador del Brasil en China, es posible corregir la ruta rápidamente, trabajando para desarrollar un pensamiento estratégico en la región. “Es preciso reunir a académicos, empresarios y Gobiernos para saber lo que se espera de esa relación con los chinos”, recomienda Hugueney. “Es necesario planificar con visión a largo plazo”, añade. Cree que tras el ciclo de materias primas, habrá otro de demanda de alimentos industrializados, lo que abre una gran oportunidad para todos los países del continente. Eso hace la planificación aún más fundamental para afrontar lo que se avecina en un futuro próximo.
Materias primas
China tiene un déficit de tierras cultivables y de agua, mientras Latinoamérica tiene excedente
Sergio Amaral, profesor de la Faap
Las relaciones entre China y Brasil siguen la misma norma que China estableció con sus principales socios de la región: exportación de materias primas para garantizar el abastecimiento del gigante mercado interno, donde la urbanización de las zonas rurales aumenta el consumo de alimentos y de bienes duraderos. De esta forma, la búsqueda de proveedores de soja para alimentar el ganado, por ejemplo, y de petróleo para garantizar energía y combustible, hacen que la balanza de los países latinoamericanos dependan mucho más de la tierra de Mao Tsé Tung. El informe de la Cepal muestra que solo cinco prodcutos exportados por los principales países de Latinoamérica para China representan entre un 80% y un 90% del total de las divisas obtenidas por cada una de esas naciones con las exportaciones al mercado asiático.
Los chinos no se hacen protagonistas de las compras latinoamericanas porque México, que exportó 370.000 millones el año pasado, tiene a Estados Unidos como principal destino de sus productos. Pero China también quiere avanzar en dirección a los mexicanos, como quedó claro con la visita del líder Xi Jinping en junio, cuando firmó el pacto del tequila. El acuerdo prometía un mayor equilibrio en las relaciones entre los dos países, abriendo espacios para productos mexicanos en territorio chino. Actualmente, la balanza es deficitaria en 50.000 millones de dólares para México.
En contrapartida, los chinos anunciaron que van a aumentar sus inversiones productivas en México. Nuevamente, las áreas elegidas no sorprenden: minería, energía e infraestructuras. Con la apertura de capital de la petrolera Pemex, no será sorpresa si otros gigantes chinos como Sinopec, CNOOC y CNPC se instalen allí, así como hicieron en Brasil. China ya se ha convertido en la mayor importadora de petróleo del mundo. Con una producción interna de cuatro millones de barriles por día, el país importa 6,4 millones de barriles diarios para mover su economía.
“China no es importante solo para Latinoamérica. Es importante para el comercio de todo el mundo”, afirma Hugueney. “Existe complementariedad entre ellos y el continente latinoamericano porque ellos demandan recursos naturales que nosotros tenemos de sobra”, dice Hugueney. Sergio Amaral, de la Faap, observa que la boda entre la China y América Latina era casi inevitable. “China tiene un déficit de tierras cultivables y de agua, mientras Latinoamérica tiene un excedente”, dice Amaral. “Si quisiéramos duplicar nuestra producción de alimentos, tenemos 120% espacio para eso”, agrega.
China, por otro lado, tiene un excedente de capital productivo para invertir, algo que en países con tasas de ahorro más pequeños, como Brasil, es muy bienvenido. Entre 2004 y 2012, el país contabilizaba más de 120 proyectos con capital chino, que sumaban anuncios de 25.000 millones de dólares. No siempre esos recursos constan en las estadísticas de inversión extranjera del Banco Central, pues hay operaciones trianguladas que entran por otros países destinados a los proyectos emprendedores chinos.
Esa participación creció aún más este año, con la entrada de Petrochina y de CNOOC en la sociedad del campo de Libra (Río de Janeiro). Ambas se hicieron socias de Petrobras en un consorcio que contó también con Shell y la francesa Total para la explotación del área, que contiene hasta 12.000 millones de barriles de petróleo en la capa de gran profundidad.
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