Por tercer año consecutivo, el Grupo de Diarios América (GDA), la alianza periodística que reúne los 11 periódicos líderes en la región, entrega su encuesta sobre las figuras más importantes de estos 12 meses, los grandes temas del año que termina y los que marcarán el próximo.
En esta oportunidad, el papa Francisco -el primer Pontífice latinoamericano de la historia- se convirtió en la personalidad más importante a escala mundial y regional, primera vez que un mismo nombre obtiene el primer lugar en ambas categorías. Dado este inédito empate, la encuesta consideró como segunda figura destacada en América Latina al presidente de Uruguay, José Mujica.
Paralelamente, más de 70 encuestados -entre ministros de Relaciones Exteriores, diplomáticos, académicos y analistas- consideraron que la muerte del presidente Hugo Chávez y el ascenso de Nicolás Maduro como nuevo mandatario de Venezuela fue el acontecimiento que marcó tanto al país como a la región este año.
Un estilo que sorprende
En invierno las audiencias papales solían ser en el Aula Pablo VI, que ahora no da abasto: el flujo de gente se ha multiplicado y por eso el encuentro es a la intemperie. El frío es intenso, pero no importa. Lo único que importa es verlo y escucharlo a él, a Francisco. Ese Papa "que es uno de nosotros", que desde su elección, el 13 de marzo, provocó un milagro: revitalizó a una Iglesia Católica en crisis. Y, al poner en marcha una revolución moral, de humildad y de austeridad en el Vaticano, inspiró al mundo.
El exarzobispo de Buenos Aires había comenzado el año convencido de que iba a jubilarse y retirarse a vivir en la habitación número 13 del Hogar Sacerdotal de la calle Condarco, en Flores. Pero cierra este 2013 (marcado por la valiente renuncia de Benedicto XVI al trono de Pedro, el 11 de febrero) no sólo como el "personaje del año" de la prestigiosa revista Time y de 11 de los principales diarios de América Latina, sino con multitudes fascinadas que invaden la Plaza San Pedro para escuchar su catequesis todos los miércoles, y su Ángelus, todos los domingos. Y con jefes de Estado y de gobierno que forman fila para ser recibidos e invitarlo a visitar sus países.
No son solo católicos los que quieren ver y escuchar al Papa. Entre esa multitud colorida, en la que hay ancianos y chicos, jóvenes con carteles, centenares de enfermos en busca de una caricia, también se ven algunas mujeres musulmanas con la cabeza envuelta en un pañuelo, además de simples curiosos o turistas. Están ahí porque saben que las catequesis de Francisco son distintas. Es porque su mensaje es claro, comprensible, directo, optimista, alegre. Porque su mensaje le llega a la gente.
Toca a diario la realidad de hoy, en un mundo muy distinto al que debieron enfrentar sus predecesores, con su desempleo, sus injusticias, las guerras, la exclusión de millones de personas, jóvenes y ancianas. Con el "escándalo" del hambre, el drama de los migrantes que buscan un futuro mejor, la corrupción, la trata de personas, el tráfico de droga y otros flagelos.
La multiplicación de fieles en el Vaticano, el regreso de miles y miles de católicos a la misa y al confesionario son algunos de los tantos cambios provocados por Jorge Bergoglio. "Bergoglio es un hombre libre, que nunca estudió en Roma y que no tiene una mentalidad 'romana'. Ha traído una nueva visión del sur, basada en su experiencia como jesuita y como sacerdote callejero", subraya el vaticanista Gerard O'Connell.
O, en palabras del semanario Time: "Sin cambiar la letra, logró cambiar la música" en el Vaticano.
Desde la noche misma de su elección, Bergoglio prefirió llamarse a sí mismo "obispo de Roma", algo que marca un cambio profundo en la relación con las demás iglesias cristianas que no reconocen la supremacía del Papa y con los episcopados de todo el mundo. Además, borró de un plumazo antiguas tradiciones y prefirió presentarse al mundo sin pompa: apareció con su cruz de plata de siempre, su anillo de siempre, sus zapatos negros y gastados, sin la muceta roja. Terminaba una era y comenzaba otra.
Inauguró una nueva forma de ejercer el papado con otro cambio crucial, que habla de colegialidad, al crear un consejo de cardenales para que lo ayude a reformar a la curia romana, marcada por intrigas y escándalos durante el fin del pontificado de Benedicto XVI, y en el gobierno universal de la Iglesia.
Consciente de que la credibilidad de la Iglesia se vio minada también por el escándalo del Banco del Vaticano (IOR), bajo sospecha de lavado de dinero, el Papa creó una comisión que está analizando qué hacer: ¿cerrarlo, transformarlo, convertirlo en un fondo de ayuda? En todo caso, quiere una entidad transparente.
El cambio, llamó la atención de los medios de todo el mundo, que nunca le dieron tanto espacio a un Papa. Francisco es noticia casi a diario: además de Time y varias otras revistas prestigiosas, fue tapa de The New Yorker y Vanity Fair porque su protagonismo va más allá de su papel como líder de la Iglesia Católica: es cada vez más un actor político central.
Incluso en China, que no tiene relaciones diplomáticas con el Vaticano, en la prensa oficial suelen aparecer fotos de Francisco besando a enfermos.
Si Juan Pablo II tuvo un papel esencial en la caída del comunismo, Francisco lucha por derribar la brecha Norte-Sur. En sus palabras, derrumbar "el muro de la globalización de la indiferencia", de la "cultura del descarte", que dominan un mundo agobiado por el desempleo, las guerras y las secuelas de una crisis financiera que sigue haciendo estragos.
Sectores conservadores, resistentes
Pero no son todos elogios. Las palabras de Francisco descolocan a muchos en Wall Street, y, sobre todo, a sectores conservadores de la Iglesia Católica misma y de la curia romana.
"La clave de lo que está consiguiendo Francisco es ofrecer una Iglesia que cura, más que una Iglesia que regaña. Un Papa que habla de ternura, de misericordia, del amor a los que están sufriendo. Es un cambio que llega a la gente, aunque a muchos grupos pueda molestarles", admite Juan Rubio, sacerdote y director del semanario religioso español Vida Nueva. Si en tan solo nueve meses consiguió entusiasmar a quienes están fuera de la Iglesia, también logró inquietar a los "catos" tradicionales, que se sintieron muy cómodos con Benedicto. Estos denuncian un proceso de "desacralización" del papado.
Pese a que los católicos son apenas el 10% de la población en Gran Bretaña, también allí se nota un "efecto Francisco". Según una encuesta reciente publicada por el conservador The Times, el 17% de los consultados mejoró su percepción de la Iglesia Católica en los últimos meses.
"El candidato obvio a ser el nuevo héroe de la izquierda es el Papa", escribió el periodista y escritor Jonathan Freedman en el diario progresista The Guardian, al sintetizar la "revolución" de Bergoglio. "El póster de Francisco puede reemplazar al de Obama en las paredes de todo izquierdista", agregó, al mencionar el compromiso con los pobres que ha hecho sonar una música distinta desde el Vaticano.
Prudente, la mayoría de los especialistas aplaude este cambio de estilo, pero espera las primeras medidas concretas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario