lunes, 13 de enero de 2014

LOS GIGANTES DE SANTA ELENA EN ECUADOR





LOS GIGANTES DE STA. ELENA!!! En la actual península de Santa Elena llamada Sumpa en tiempos prehistóricos, gobernaba el Cacique “Tumbe” y a su muerte lo sucedió su hijo segundo “Otoya”, que tiranizó a la región convirtiendo a los pobladores en víctimas de sus excesos. Los hombres realizaban trabajos forzados y las mujeres engrosaban su harén, pero una mañana divisaron enormes balsas que se acercaban a la playa y fondearon en medio mar; de ellas bajaron enormes hombres que al tocar el agua aun sobresalían de la cintura para arriba y caminando a la playa se acostaron a reposar y roncaban tan alto y fuerte que por poco desgajaban las ramas de los arboles más cercanos . (1) La leyenda de los gigantes de Santa Elena se funda en el mito de una invasión muy antigua, posiblemente de origen Chimú, procedente del norte del Perú, donde existían indios de gran talla y corpulencia. ORIGEN DE LA LEYENDA Registros de la época de la invasión española señalan que numerosos habitantes de la zona de Sumpa al arar las tierras de sembrío descubrían enormes muelas, quijadas, costillas y osamentas que atribuyeron a restos humanos prehistóricos. Nada más fácil que achacar estos huesos a seres enormes fallecidos en remotas épocas y así surgió la leyenda de los gigantes, recogida por muchos cronistas de la época. En 1736 llegó a Quito una pieza de cinco libras de peso, igual a la de un hombre, pero mucho mayor. Esta muela formó parte de una valiosa colección de fósiles hallados en Santa Elena y no hubo títere con cabeza en la ciudad capital que se quedara sin contemplar y palpar tan descomunal pieza dentaria, nunca vista ni soñada y nadie dudó que hubiera pertenecido a un gigante. Otro descubridor de muelas prehistóricas en Santa Elena fue el Capitán Juan de Olmos, que concluyó sus observaciones asegurando la existencia de seres gigantescos cuyo porte sobrepasaba a cuatro hombres. Igualmente, en 1550, se descubrió cerca de la actual población un lote de muelas de una libra cada una . Sin embargo, la moderna investigación ha desengañado estas teorías de nuestro folclor, porque luego de estudiarlas, se reporto que son de una especie extinta de “mastodonte andinun”, cuyo peso y tamaño concuerda con la talla atribuida a los gigantes y debieron existir en gran número, en la época terciaria hasta principios de la cuaternaria, por aquella zona. En la costa del Ecuador hay dos leyendas de gigantes. Una es la referente a los desembarcados en santa Elena, y la otra trata de una llegada similar de gente de elevado porte a puerto Viejo, en tiempos en que los Incas ya habían conquistado la región Tallán. Pero no sólo en la costa se ha hablado de gigantes. En la región de la selva, a 3.072 metros de altura, cerca a la ciudad de Chachapoyas y en lugar poco accesible, el sabio Raimondi encontró el esqueleto de un hombre en las ruinas de Cuelap. En la misma zona se encontraron cráneos de gran tamaño con cabellos rubios. Todo eso fue llevado a Lima por el sabio italiano. El esqueleto medía 2 metros. La llegada de los gigantes a santa Elena ha sido recogida por los cronistas españoles Cieza de León, López de Gómara, Garcilaso, Zárate, Acosta y Herrera. Los gigantes habrían llegado por el mar en balsas de juncos. Eran de doble estatura que los naturales, de grandes ojos y largas trenzas, no tenían barba y algunos estaban desnudos, mientras otros estaban cubiertos con pieles. Llegaron sin mujeres. Los gigantes desembarcaron en una zona de poca agua, de tal modo que cavaron un pozo muy hondo en roca viva, para tener líquido abundante y fresco. Eran pescadores para lo cual usaban de redes y aparejos, consumiendo pescado en cantidades fantásticas. Eran de temperamento feroz, y a falta de mujeres tomaron las de los naturales, pero como eran muy depravados terminaban por matarlas. Ante tanto vejamen, los habitantes del lugar huyeron al interior y entonces los gigantes cayeron en el vicio de la sodomía. Los dioses enviaron fuego del cielo y un ángel exterminador con flamígera espada los mató a todos. Los restos de los gigantes quedaron esparcidos pon el suelo. Muchos cronistas aseguraban haber visto esos huesos y que los indios se los mostraron a Pizarro. Esos restos han sido sometidos recientemente a la prueba del carbono y ha quedado revelado que tenían 18.400 años de existencia. Eso descarta de que sean humanos. Por esa época, en toda la región norte y hasta en Talara existieron animales de gran tamaño. Los elefantes y en general los proboscidios acostumbran a elegir un lugar para morir. En los restos no se encontraron cráneos de hombre. En cuanto al pozo, fue una oquedad natural. No se descarta la llegada de hombres de gran tamaño, pero no descomunales que se enseñorearon del lugar y redujeron al vasallaje a los habitantes, los cua1es movidos por la fantasía y para justificar un derrota, inventaran o más bien exageraron su tamaño y por odiosidad hacia ellos las pintaran can todos los vicios.

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