sábado, 30 de noviembre de 2013

EL GOL MÁS VACILÓN, SIEMPRE SOÑAMOS CON HACER UNO ASÍ CUANDO ERAMOS NIÑOS.

"Después del partido me fui a casa y no cené, quería matarle a palos. Tenía un cabreo tremendo. Me fui a buscar a Romero a Alicante. Sabía dónde paraban a cenar”, recuerda Campillo, ex portero del Murcia, sobre el gol más sonrojante que le marcaron en sus 14 temporadas de profesional. Un gol con la frescura picajosa del fútbol de la calle, quizás nunca visto en la historia de la Liga más que aquella tarde del 10 de noviembre de 1963 en el viejo Altabix, donde se enfrentaron el Elche y el Murcia. Fue el paraguayo Ángel Romero, ya fallecido y considerado por muchos el mejor jugador de la historia del Elche, el que desató los diablos de Campillo cuando después de sortear a varios jugadores del Murcia, incluido al guardameta, se fue caminando hasta la línea de gol y allí decidió parar el tiempo y silenciar al estadio por unos segundos antes de marcar. Romero, zurdo fino y de silueta achaparrada, depositó la pelota en la raya, se arrodilló y marcó con la cabeza ante el clamor de la hinchada franjiverde, que celebró entre risas y admiración ese tanto que cerraba el marcador (3-1) a ocho minutos del final.
"Después del partido me fui a casa y no cené, quería matarle a palos”, recuerda Campillo, ex portero del Murcia

“Fue una burla y encima en un derbi. Lo quería matar”, rememora Campillo, que, muy decidido, se fue desde Guardamar, localidad alicantina en la que aún reside hasta Alicante para ajustar cuentas. “Llegué al restaurante donde estaba cenando con cuatro o cinco compañeros suyos y le avisaron de que estaba fuera. Salió y le dije que cómo me había hecho eso. Primero nos acordamos de nuestras familias y luego ne respondió que le había salido así, que le perdonara. Desde entonces, tuvimos una buena amistad. Son cosas del deporte”. “Todavía tengo la imagen de él poniendo las palmas de las manos sobre la hierba y empujando la pelota con la cabeza”, revive Tatono, defensa lateral que, además del Murcia, jugó en el Valencia, donde se proclamó campeón de Liga (1971) y Copa (1967). Tatono no recuerda si él estuvo entre los driblados por Romero antes de que ejecutara ese gol tan infantil como vacilón. “Sí, a Tatono lo dribló, y también a Aznar, que medio se resbaló”, puntualiza Campillo. “No sé cómo se aceptaría hoy un gol así, desde luego que nos fastidió, pero ya quisiera yo poder haber marcado un gol así”, prosigue Tatono.
Romero se retiró en 1967 como el máximo goleador del Elche con 80 goles en 167 partidos, siete de ellos desde el saque de esquina

“Yo no he vuelto a ver algo parecido. Si acaso, recuerdo un gol de Maradona al Madrid, en la que esperó junto al poste a que Juan José, ese lateral de las barbas que era de Cádiz, pasara de largo antes de meter la pelota hacia adentro. Lo de Romero fue una genialidad que no me atrevo ni a juzgar. La hizo y ya está”, dice Quirant, uno de los capitanes de aquel Elche, que también recuerda la irrupción de Campillo en el restaurante de Alicante: “Le dijo que era un bandolero por hacerle eso, pero se dieron un abrazo y la cosa no pasó a mayores”. “Cuando ellos iban ganando 0-1 se reían de nosotros. Cuando Romero marcó el gol les dijo: ‘Os lo dejo para el recuerdo’, relata Lezcano, otro de los históricos del Elche, que también recuerda otra faceta de Romero, retirado en 1967 como el máximo goleador del Elche con 80 goles en 167 partidos: “Marcó siete goles olímpicos. Era zurdo y conducía la pelota como Messi”.

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