viernes, 15 de noviembre de 2013

GUAYAQUILEÑO RELATA LA ANGUSTIA DE ESPERAR EL TIFÓN EN FILIPINAS





Guayaquileño relata la angustia de esperar el tifón en Filipinas
Manuel Avilés es un fotógrafo guayaquileño de 38 años. Su trabajo lo ha llevado a recorrer diversos países del mundo. Estos últimos días estuvo en Filipinas, justo cuando el tifón Haiyan impactó al país asiático, ocasionando una tragedia que hasta el momento deja un incalculable número de muertos y más de 600 mil desplazados.
Este es el testimonio de Avilés, de cómo vivió el antes y después de la llegada de un tifón:
“Filipinas es un conjunto de islas, 7.107 para ser exacto, y por eso es a la vez un destino imperdible dentro un viaje que alguien pueda hacer al continente asiático. Con una cultura muy parecida a la ecuatoriana, los filipinos estuvieron dominados por la colonia española por casi 400 años, muchos más de los que Ecuador estuvo bajo el dominio ibérico. Eso hace que los apellidos filipinos sean González, Rodríguez o Marcos; además tienen costumbres parecidas y sin temor a equivocarme profesan su religión católica de una manera mucho más marcada que la nuestra, al punto de que los centros comerciales tienen iglesia y celebran sus misas ahí mismo.
“En un viaje al Lejano Oriente decidí pasar por este destino paradisiaco, sin saber que me estaba dirigiendo textualmente al ojo del huracán. Una de sus islas más visitadas es Palawan, ubicada a 1 hora y 15 minutos de vuelo desde Manila, la capital de casi 13 millones de habitantes que evoca el Guayaquil de los años 80.
“En una breve visita a unos amigos guayaquileños aquí, me recomendaron El Nido, al norte de la isla, pero al llegar a Puerto Princesa, la ciudad más grande de Palawan, decidí quedarme para hacer diferentes actividades. Al llegar al aeropuerto me sentí tentado por la parte norte, donde está El Nido, pero decidí quedarme.
“El día martes 5, luego de visitar un conjunto de islas, ya se empezaba a oír en el pueblo que venía un tifón, lo que se confirmó al siguiente día. Filipinas recibe al año cerca de 20 tifones, lo que generó un poco de indiferencia en sus habitantes. Muchas muertes se hubieran evitado si los refugios se hubiesen usado bien una vez confirmada la llegada del tifón.
“El día viernes 8 se sabía que chocaba con Palawan a las 8 de la noche, exactamente en El Nido, aquel destino que decidí no visitar. En la televisión salían escenas del momento en que horas antes había devastado Tacloban, la ciudad más afectada. A las 6 pm ya la lluvia era intensa y con fuertes vientos.
“¿Tuve miedo? Es algo natural sentir miedo en una situación así, sobre todo cuando en nuestro léxico la palabra tifón aparece tan solo como algo muy lejano en el Mar Índico y de pronto estaba a las puertas de uno.
“Decidí salir lo antes posible al supermercado a comprar agua y alimentos. Pensé encontrar a la gente corriendo o el supermercado a reventar por los filipinos desesperados, pero lo que encontré fueron calles llenas de agua, empezando a inundarse, un fuerte viento y el supermercado vacío. Para ellos era un tifón más. El regreso fue con el agua casi a las rodillas, pero es difícil irse a acostar sabiendo que si el tifón decide cambiar su rumbo un poco, podía arrasar con el pueblo y además porque las escenas en televisión informaban ahora la novedad de que era el tifón más devastador que haya tocado tierra en la historia.
“¿En qué se parece lo que pasó en Filipinas con Ecuador? No creo que haya mucha similitud, pero quizá hay algo que aprender. Aunque sean constantes los avisos de evacuación, hay que hacerlo. Muchas personas no salieron de sus casas por pensar que era una alarma más como las anteriores que no terminan en nada. El miedo a dejar sus casas y encontrar que al regreso han sido robadas fue otro factor.
“Al día siguiente el cielo estaba azul, y comprobando la frase que después de la tormenta viene la calma, salí con mi cámara a fotografiar lo acontecido, pero no hubo más que calles inundadas y algunos escombros. Las noticias iban mostrando la realidad que había pasado en el resto del trayecto del tifón. Quise ir a El Nido, lugar que el destino no quiso que visite, pero simplemente no había carretera. El aeropuerto estuvo cerrado tres días, y recién el lunes 11 pude salir de Palawan y ver la desgracia que sufren los hermanos filipinos, haciendo conciencia del peligro que fue estar cerca del tifón más grande de la historia”.

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