viernes, 15 de noviembre de 2013

PRINCIPE DE GALES SE JUBILA ANTES DE SER REY

Carlos, el príncipe de Gales, llego a la edad de la jubilación esperando el trono británico. Hoy ha cumplido 65 años y en el camino no existe la menor señal de que la reina Isabel II, su  madre, abdique. La reemplazará como nuevo soberano cuando ella muera.

En su cumpleaños se despertó en el Kumarakom Lake resort, un hotel spa cerca de  Cochin, en India, donde reemplaza a su madre en visita oficial, con una seguridad draconiana por temor a un atentado terrorista. Un lugar lujoso, orgánico y remoto, con masajes naturales, un buen tratamiento de piedras y aceites para su dolor de espalda y a su lado Camilla, su segundo esposa y amante de toda su vida, que paso su infancia en India.

En una breve entrevista de 8 minutos -un record para una Royal- ella admitió que fue y siempre “es muy difícil comprarle un regalo” de cumpleaños a su marido o celebrar ese día. Al final, él termina haciendo “una lista de lo que quiere” y la celebración es en un avión, durante un viaje o trabajando. Ella reveló un secreto: al príncipe “le gusta celebrar su cumpleaños” pero trabaja todos los días del año, sin descansos.

El príncipe lleva 65 años esperando. Esta es la primera vez que reemplaza a su madre, la reina Isabel, en una visita oficial en el exterior. Presidirá en su representación de jefa de Estado la reunión del Commonwealth , un organismo muy querido por la soberana, en Sri Lanka, en una de sus convocatorias mas difíciles por las violaciones a los derechos humanos que allí se han producido. Por eso su relax de cumpleaños no durará mucho. El mismo día tomará el avión a Colombo. Eso sí: no le faltarán tortas. Ya ha recibido al menos tres en las primeras horas.

En su visita a India, el príncipe se dio otro gusto: visitar la selva tropical de Vazhaxhal en Kerala, donde pensaba poder estar en contacto con los elefantes y las serpientes. Imposible. Debió contentarse con una caminata entre las plantas. La seguridad a su alrededor los espantó. “Es la seguridad la que arruina todo”, se quejó.

Sus súbditos se preguntan: “¿Qué hace el príncipe de Gales mientras espera?” Su mujer se queja de que “trabaja todo el día”. Otros demandan si alguna vez será rey y el poder le será transferido a William, su hijo. Sería no conocer el respeto a la sucesión de la Casa de Windsor.

Carlos ha conseguido rehacer y rehabilitar su rol, después de los desastrosos días de su separación, divorcio y muerte de la princesa Diana, la frustrada reina británica. Fue el momento más peligroso para la monarquía británica desde la abdicación del rey Eduardo VIII, por amor, en 1936.

Con un mini ejército de asesores de imagen, él consiguió ser la transición de la tradición distante de los Windsor a una cierta modernidad, que encarnan radicalmente sus hijos, los príncipes William y Harry. Se ocupa de apoyar organizaciones que impulsan pequeños negocios en la comunidad, otorga oportunidades para los más jóvenes con créditos en el Prince Trust, apoya el medio ambiente, la defensa de los pequeños granjeros y su apasionada agricultura orgánica en su campo de Highgrove, la arquitectura con sus tradicionales y controvertidas perspectivas y la interreligiosidad como defensor de la fe antes que la Fe anglicana solamente, que le correspondería como jefe futuro de esa iglesia.

El heredero percibe, respeta y defiende la multiculturalidad británica y tiene un inmenso interés espiritual en el Islam. Cada año consigue recaudar entre sus 150 a 260 millones de dólares para sus organizaciones de beneficencia, con la ayuda de Camilla en una diario de operación de “networking”, con comidas, desayunos, almuerzos y hasta bailes.

Sus cartas, a mano, son legendarias. Bombardea con ellas a ministros que se enfurecen, a sus amigos, a sus conocidos con opiniones o pedidos. Ha conseguido crear un verdadero “job” del rol de heredero al trono. La gran duda es si logrará recrear la monarquía británica, después del férreo, distante pero respetado reinado de Isabel II, con un moderno y más cercano misterio.

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