martes, 5 de noviembre de 2013

BLOOMBERG EL ALCALDE QUE LE CAMBIO LA CARA A NEW YORK

Michael Bloomberg tiene colgado en la pared del Ayuntamiento un reloj que marca la cuenta atrás de los días y los minutos que le quedan como alcalde de Nueva York.

Los marcadores digitales son una obsesión personal. Los empezó a utilizar en 2005 para su campaña de reelección y después para controlar el tiempo hasta el final de su segundo mandato. Hace unos días, le regaló uno a Cory Booker, recién elegido senador de Nueva Jersey. La leyenda que suele acompañar a sus relojes es "cada día cuenta".

Desde hace tres años casi todas las salas de reuniones del Ayuntamiento también tienen cronómetros para que cualquier discusión sea medida y dure lo menos posible. El multimillonario, que no tiene despacho, sino una mesa en la que trabaja rodeado de sus empleados, detesta perder el tiempo. En su empresa, el emporio de información económica y financiera, incluso quitó las sillas de las salas de reuniones para acelerar el ritmo laboral. "Es increíble lo rápidas y centradas que son las reuniones de pie", escribe en su autobiografía, 'Bloomberg By Bloomberg'.

Cambio de cara a la ciudad


Este martes, Nueva York elegirá a Bill de Blasio como nuevo alcalde, según las encuestas, y en Año Nuevo Bloomberg dejará el puesto después de 12 años que han marcado profundamente la metrópoli. "Nadie desde Robert Moses ha cambiado tan dramáticamente la cara de la ciudad", dice Bill Keller, que ha sido director del 'New York Times' durante la mayor parte del mandato de Bloomberg. Moses fue el controvertido urbanista que construyó autopistas, puentes y casas populares entre los años 30 y los 60.

En busca de nuevas fuentes de ingresos para la ciudad, Bloomberg se empeñó en convertir en parques las fábricas abandonadas en la orilla del río Este en Brooklyn y Queens, en construir carriles bici que casi dan la vuelta entera a Manhattan o en apropiarse de la isla de los Gobernadores, que era una vieja fortaleza militar y ahora ha resurgido como un parque de juegos para el verano. La transformación se nota desde el carrusel debajo del puente de Brooklyn hasta los gimnasios de diseño que pueblan las antes desapacibles avenidas junto al río Hudson en el centro de Manhattan. El cambio radical se ve en el gráfico que hizo en agosto el 'New York Times' destacando todas las construcciones nuevas en estos últimos doce años.

Prohibición del tabaco


La ciudad está más limpia, los metros llegan más lejos y los neoyorquinos han dejado de fumar. La prohibición del tabaco en bares, restaurantes y casi cualquier espacio público fue combatida por los sectores que tenían que aplicar el veto, pero ahora es una de las medidas más populares de Bloomberg. Los fumadores son el 14% de la población adulta, el porcentaje más bajo desde que se registran estos datos. En cambio, según las encuestas, no ha sido bien aceptada la última ocurrencia del alcalde de reducir el tamaño de los vasos de bebidas refrescantes, pintada como un exceso del "alcalde niñera".

Bloomberg está orgulloso de que en su mandato más de 50 millones de turistas visiten cada año la ciudad. O de que Nueva York sea más accesible para los peatones. Cuando el año pasado los taxistas hicieron presión contra la avenida Sexta y media -un atajo entre la Sexta y la Séptima Avenida conectado con pasos de peatones-, Bloomberg apoyó el camino que obligaba a los coches a pararse en calles trasversales y dijo: "¿Las calles son para los coches? Las calles son para las personas".

Ciudad más segura


También presume de que ha conseguido que Nueva York sea la gran ciudad más segura de Estados Unidos. El número de delitos por cada 100.000 habitantes es 2.324, es decir casi un tercio respecto a los de Washington. En 2012, hubo 419 asesinatos en Nueva York, el número más bajo en cinco décadas, y se espera que 2013 termine con un número parecido. En 2001, cuando Bloomberg ganó las elecciones, hubo 960 asesinatos bajo la mano dura de la policía de Rudolph Giuliani.

El nuevo alcalde y su fiel jefe de policía, Raymond Kelly, jubilaron las prácticas más violentas de Giuliani, pero la seguridad tampoco ha llegado ahora sin polémica. En agosto, un juez declaró ilegal la rutina de parar y registrar a sospechosos centrada mayoritariamente en negros e hispanos. Las críticas a la rutina policial han ayudado al demócrata De Blasio.

Con Bloomberg, Nueva York se ha recuperado del peor trauma de su historia, el 11-S, y de la última recesión. En parte gracias a las subvenciones nacionales que ayudaron a sostener la economía local y en parte gracias a la obsesión del alcalde por apoyar a Wall Street y atraer millonarios a la ciudad. Nueva York es más rica, con unos ingresos medios de 50.895 dólares (unos 37.600 euros) por hogar, aunque también han crecido sus desigualdades con un mercado inmobiliario de precios prohibitivos que sólo suben y guarderías que cuestan un sueldo mensual. Cada noche, más de 50.000 personas duermen en los albergues de la ciudad. Manhattan es el condado de todo el país donde la brecha económica es más grande: el quinto más pobre tiene unos ingresos medios de 9.635 dólares (7.100 euros) anuales y el quinto más rico de 389.007 (unos 287.300 euros).

Deterioro de la economía


El 21,2% de los neoyorquinos viven por debajo de umbral nacional de la pobreza, un punto más que cuando el alcalde llegó al poder en pleno deterioro de la economía. El año pasado, 1,7 millones de ciudadanos más engrosaron esta lista. Bloomberg se defiende con que al comienzo de la década Nueva York era la sexta ciudad más pobre entre las 20 más grandes de Estados Unidos y ahora ocupa el puesto número 13.

La fortuna de Bloomberg está estimada en 31.000 millones de dólares (22.500 millones de euros) por 'Forbes' y su objetivo es donarla toda. Él es uno de los cinco mayores filántropos de Estados Unidos. En Nueva York es difícil encontrar un museo, una ópera o un parque restaurado que no tenga su dinero detrás. Dona cientos de millones cada año a combatir el carbón, construir escuelas o intentar controlar las armas, su última cruzada política. Todos los días va al trabajo en metro y no ha querido vivir en la mansión oficial porque prefiere su casa y que los neoyorquinos disfruten del edificio público. Asegura que no se ha cogido vacaciones en doce años aunque tiene una casa en las islas Bermudas a la que solía ir en su avión privado.

Tercer mandato


La gran duda es qué hará Bloomberg ahora. En Estados Unidos tiene difícil encaje en cualquiera de los dos grandes partidos. En 2001 y en 2005, pese a ser demócrata, se presentó como republicano porque las primarias de ese partido eran más fáciles, y en 2009 ganó como independiente un tercer mandato al que se pudo presentar convenciendo al consejo para que hiciera una excepción al límite habitual. El año pasado, apoyó la reelección de Barack Obama, aunque critica a menudo su estilo. El sueño de Bloomberg era que le sucediera como Hillary Clinton, que, sin embargo, no ha querido presentarse a alcaldesa.

El empresario de 71 años dice que no quiere volver a dirigir su empresa, pero ha coqueteado con la idea de comprar el 'Financial Times'. En cualquier caso, Londres le interesa. El único trabajo nuevo conocido que tendrá es presidente de la Serpentine Gallery, la galería de arte en Hyde Park, gratuita y que cada primavera inventa algo nuevo.

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