martes, 23 de septiembre de 2014

EL HIJO DE SCHUMACHER, YA ES SUBCAMPEÒN DEL MUNDO DE KARTS A LOS 14 AÑOS

Cuando Rolf Schumacher trabajaba de mecánico en sus ratos libres arreglando karts en Kerpen, ni podía imaginar todo lo que lograrían sus hijos, sobre todo el mayor, Michael, al que hizo montarse en uno con un motor de una motocicleta. Se estrelló contra una farola, pero aquel albañil de chimeneas no cejó hasta que su hijo llegó a ser subcampeón del mundo júnior. Entonces tenía 16 años y dos más tarde se alzaría con el título alemán y europeo.
Unos años más tarde, el que ya era el piloto más laureado de la Fórmula 1 daba vueltas en ese mismo karting, ya propiedad de la familia, con su hijo, Mick. Lo hacía por puro placer, por pasar un rato con su vástago, pues no quería que fuera piloto. Prefería que se dedicara al golf o al tenis. Deportes más tranquilos.
Sin embargo, Mick había crecido en los circuitos, viendo ganar al Káiser. Llevaba la adrenalina de la competición y la gasolina en las venas. Por eso, quiere ser piloto. Y si llega tan lejos como su famoso padre ya se verá.
Por lo pronto, Mick ha calcado lo logrado por Schumi. Se proclamó subcampeón del mundo júnior en el campeonato celebrado el pasado fin de semana en Aunay-les-Bois (Francia). Pero él lo ha logrado con 14 mientras que Michael lo fue con 16.
Y podía haber sido campeón, pues ganó las cinco carreras en las que participó hasta llegar a la gran final, pero ahí no tuvo opción ante el británico Enaam Ahmed. «Obviamente, estoy orgulloso por lograr un resultado tan importante. Está claro que mi ambición es convertirme en campeón del mundo, por lo que esto es solo el comienzo de mi trabajo», dijo escuetamente a la conclusión de la prueba.
Mick debió hablar a pesar de que intenta por todos los medios pasar desapercibido. Tanto es así que compitió inscrito como Mick Júnior. Ni rastro del apellido Schumacher. De hecho, en otras competiciones, como cuando vino a España en 2008 a participar en una cita del Open RACC, lo hizo como Mick Betsch, el apellido de soltera de su madre, Corinna.
Precisamente por ello no le suele acompañar a las carreras el abuelo Rolf. Ni Michael solía hacerlo cuando estaba retirado. Con él va Peter Kaiser, un viejo amigo de la familia que ya le ponía a punto los karts a Schumi en sus años de inicio en el automovilismo.
Mick soltó alguna lágrima en Francia y, por supuesto, le dedicó el podio a su padre, como ha hecho en todas las carreras en las que ha subido al cajón desde el accidente de esquí en diciembre pasado en Meribel. Precisamente, Mick estaba junto a Michael en aquella pista francesa. Y fue él quien avisó a los servicios sanitarios para que acudieran al rescate.
Ahora, a su vuelta a la casa de Gland (Suiza), Mick le habrá podido contar a Michael, que se encuentra en una habitación preparada especialmente para su rehabilitación, que es subcampeón del mundo, que el primer paso ya está dado, que el camino hacia la Fórmula 1 ya ha empezado. Michael solo podrá responderle con los párpados. Tal vez alguna lágrima también caiga sobre su rostro. La saga Schumacher sigue sobre las pistas de asfalto y pronto dejará de hacerlo de incógnito.


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